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PENSAMIENTO Y VIDA EN EL. 5 0 9 Uno de los temas más vidriosos de la vida franciscana ayer y hoy fue abordado por A. L aita , T e n d e n c ia s y m o v im ie n to s r e n o v a d o r e s e n la a ctu a lid a d y e n la ed a d m ed ia . Dos aspectos distintos presenta su estudio: la visión histórica de los movimientos renovadores en los siglos xn y xiii con los que empalma el movimiento franciscano, y la lección que infiere de la actitud de san Francisco para nuestro tiempo. El tema es de una inmensa perspec tiva y tan sólo se halla esbozado en este estudio. De desear es que el autor se adentre de lleno por él. Y con el conocimiento de la problemática de hoy nos diga cuán inmensas son las posibilidades del franciscanismo en el momento actual. Como orientación para futuras investigaciones nos permiti mos, con todo, manifestar nuestra disconformidad con lo que se lee en la página 194: «A partir del Vaticano II, algunos teólogos y pastoralistas han aceptado el "giro antropológico” de la teología y superado el existencialis- mo y el personalismo». Nos parece que hoy el a n tr o p o lo g is m o t e o ló g ic o tie ne más problemas que soluciones. Y el e x is te n c ia lism o , al enfrentarnos ante el tremendo problema de nuestra «nada», puede decaer como moda, nunca como temática, radicalmente irrebasable. Tampoco creemos superado, antes muy actual, el p e r s o n a lis m o entendido, claro está, a la luz de sus máximos representantes, v. g., M. Nédoncelle. Téngase en cuenta que la palabra «personalismo» tiene todavía una lamentable ambigüedad en nuestro lengua je al uso. Pero no puede en modo alguno confundirse un personalismo de charla adocenada con esa gran dirección del pensamiento actual que se ha llamado a sí misma «personalista». Quizá el estudio más vital y al rojo vivo haya sido el de A cilio M endes , L a im p o r ta n c ia e c o n ó m ic a d e la fe lic id a d en n u e s tr o s d ía s y la p o b r e z a fr a n cisca n a . Ya en la exposición que hizo en Vitoria irradió una simpatía que contagió a los oyentes. Dejando a un lado ciertos radicalismos, fue una ilu minada visión de la o tr a v e r tie n te . En su postura muy nítida quedó bien claro que el franciscanismo no se puede limitar a hablar, discutir, planear, organizar. Es, ante todo, una vivencia. Y vivencia en comunión con el pobre, el necesitado, el famélico de cuerpo y el hambriento de eternidad. Nos place que se haya recogido una reflexión tan vital, tan sentida, tal como fue pro nunciado por su autor. Dejando a un lado extremismos, señala un camino prometedor. Pero me atrevo a darle a mi antiguo discípulo un consejo —él mismo con su evocación me incita a ello— : con palabras del poeta latino le digo que « n o n om n ia p o s s u m u s o m n e s » . Lo que es programa magnífico para algunos franciscanos sería temerario exigirlo de todos. El franciscanis mo es tan amplio como el corazón del Padre que acoge y recibe a todos. Cierra el libro un breve suelto de J. A. M erino , E l C á n tic o d e las C r e a tin a s en u n m u n d o n e o p a g a n o . Basta el título para captar la intención del mismo y su hondura. Francisco quiere que la creación entera cante a Dios. Y la creación entera canta por Francisco. 9
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