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EL SACERDOCIO EN LOS DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO 473 mente el sacrificio de la cruz4...; en segundo lugar, mediante los sacra mentos que son instrumentos peculiares por los que los hombres participan en la vida sobrenatural; y finalmente por el cotidiano tributo de la alabanza ofrecido a Dios...» ( A A S 1947, 522). Así el sacerdocio ministerial prolon ga «el oficio y la misión» de Jesucristo en este mundo, enseñando, rigiendo y gobernando a los hombres y ofreciendo a Dios el sacrificio que le es aceptable. Glosando Efesios 2, 19-22 afirma el Papa que así la Iglesia está constituida por los "c iu d a d a n o s s a n to s y fa m ilia r es d e D io s , s o b r e e d ific a d o s s o b r e e l fu n d a m e n to d e lo s A p ó s t o le s y P r o fe ta s , y u n id o s c o n J e s u c r is to , q u e e s la p ie d r a a n g u la r d e la n u e v a J e ru sa lén , p o r q u ie n tr a b a d o t o d o e l e d ific io , s e alza p ara s er u n t e m p lo s a n to d e l S e ñ o r ” ( A A S 1947, 527). «Así el sacerdocio de Jesucristo se mantiene activo en la sucesión de los tiempos, ya que la liturgia no es sino el ejercicio de este sacerdocio...» ( A A S 1947, 529). La sagrada liturgia, consecuentemente, la define Pío XII como «el culto público de nuestro Redentor al Padre celestial como Cabeza de la Igle sia, y el de la sociedad de los fieles ofrecido a su Fundador y por él al Eter no Padre»; y resumiendo: «el culto público completo del Cuerpo místico de Jesucristo, de la Cabeza y de sus miembros» ( A A S 1947, 528). Pero el sacerdocio ministerial tiene poderes que sobrepasan a los de los simples fieles. «Sólo a los Apóstoles y a sus sucesores que han recibido de bidamente la imposición de las manos se les da la potestad sacerdotal con que hacen las veces de la persona de Cristo ante el pueblo que se les ha encomendado, y representan también a este pueblo ante Dios...» ( A A S 1947, 538). El sacerdote ministerial «por la consagración sacerdotal que ha reci bido se asemeja al Sumo Sacerdote y tiene el poder de obrar en virtud y co mo la persona del mismo Cristo»' ( A A S 1947, 5 4 8 )s. Este obrar en virtud de Cristo y en su persona se concreta en las acciones sacramentales y espe cialmente en la santa Misa, sobre la que repite Pío XII la doctrina de Trento. Pero también Pío XII en la M e d ia to r D e i expone lo que es el sacerdocio común de los fieles. «Los fieles... por el Bautismo... quedan hechos miem bros del Cuerpo Místico de Cristo Sacerdote, y por el carácter que (aquél) imprime en sus almas son consagrados al culto divino, participando así, se gún su condición, del sacerdocio del mismo Cristo» ( A A S 1947, 555). La acción sacerdotal de los fieles se centra sobre todo en el sacrificio eucarís- tico: «Los fieles cristianos ofrecen la Hostia Divina», afirma el Papa, adu- diciendo el testimonio de Inocencio III cuando dice «no sólo ofrecen los sacerdotes, sino también todos los fieles»6, y citando a San Roberto Be- larmino que constata que en la liturgia «toda la Iglesia se asocia a la obla 4. Cf. Conc. de Trento, ses. XXII, c. 1 : D 1739 (937 a) - 1742 (939). 5. Cf. 5. Th. 3, q. 22, a. 4. 6 . D e Sacro Altaris M ysterio, 3, 6 ; ML 217, 845.
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