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E L S A C E R D O C IO E N L O S D O C U M E N T O S D E L M A G IS T E R IO 491 Cristo Mediador y se distingue del sacerdocio común de los fieles por su esencia y no sólo por grado (cf. LG 10), es el que hace perenne la obra esen­ cial de los apóstoles; pues únicamente la proclamación eficaz del Evangelio, la reunión y régimen de la comunidad, el perdón de los pecados y sobre todo la celebración eucarística hacen presente a Cristo, Cabeza de la comu­ nidad, en el ejercicio de su obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios» ( A A S 1971, 906). La enseñanza de la diversidad del sacerdocio ministerial y del sacerdocio común no puede ser más explícita po­ niendo a plena luz y corroborando lo que dijo LG 10 y lo que había dicho ya Pío XII (20). Los intentos de asimilación de ambos sacerdocios son, pues, vanos. Expresamente habla también el Sínodo de los tres oficios sacerdotales: «Los obispos, y en grado subordinado los presbíteros... se hacen partícipes de las funciones de santificar, enseñar y regir, cuyo ejercicio es determinado más en concreto por la comunión jerárquica (cf. LG 24, 27 y 28)» ( A A S 1971, 906). La primacía del oficio sacerdotal sobre los demás es evidente. «El ministerio sacerdotal alcanza su punto culminante en la celebración de la sagrada Eucaristía, que es la fuente y el centro de la unidad de la Igle­ sia» ( I b . ) . Anotamos entre paréntesis la declaración expresa de que «sólo el sacerdote puede actuar in p e r s o n a C h r is ti para presidir y realizar el ban­ quete sacrificial en el cual el pueblo de Dios se asocia a la oblación de Cristo» ( A A S 1971, 906). Ciertamente se trata de doctrina de LG 28, pero se hacía necesario afirmarlo expresamente ante las difundidas opiniones de H. Küng3S. Más tarde, en las orientaciones pastorales y según la doctrina del Vaticano II precisará el Sínodo: «Los presbíteros son enviados a todos los hombres y su misión debe comenzar por la predicación de la palabra de Dios... (y cita PO 4). La evangelización está ordenada a que todos, una vez hechos hijos de Dios en la Iglesia por la fe y el bautismo alaben a Dios en la Iglesia, participen en el Sacrificio y coman la Cena del Señor —SC 10— . El minis­ terio de la palabra rectamente entendido, lleva a los sacramentos y a la vida cristiana, tal como se practica en la comunidad visible de la Iglesia...» ( A A S 1971, 909-10). Con ello se evidencia que los demás oficios están orien­ tados al sacerdotal. La predicación es previa, pero tiene por fin la vida sacra­ mental dada por el sacerdocio. Insiste el Sínodo con SC 59 en que no se deben separar los sacramentos de la proclamación de la palabra de Dios; y concluye: «La separación (entre evangelización y celebración de los sacra- 38. Cf. AAS 1975, 203. Recuérdese que la Sagrada Congregación para la doctrina de la Fe ya en 1971 escribió dos cartas al autor sobre las dificultades que encontraba en sus obras Die Kirche y Unfehlbar? Eine Anfrage, Cf. por ej.. La Iglesia, ed. cit., p. 498, Los Servicios en la Iglesia, donde niega que se haya analizado suficientemente la esencia de los ministerios en LG, cap. III, y propugna que se trata sólo de una descripción his­ tórica condicionada a un orden contingente de los mismos.

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