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EL SACERDOCIO EN LOS DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO 487 participación en el sacerdocio y de su misión han de reconocer al obispo como verdadero padre, y obedecerle reverentemente»; «en virtud de la co mún ordenación sagrada y de la común misión, los presbíteros se unen en tre sí en íntima fraternidad, que debe manifestarse en espontánea y gustosa ayuda mutua» (LG 28). A ellas dedica también el decreto PO sus núme ros 7 y 8. Y llegamos por fin al diaconado, que es el último grado del «ministerio» jerárquico (LG 20). Como los presbíteros y los obispos, los diáconos son también herederos de la «misión confiada por Cristo a los apóstoles» (LG 20 ), y de algún modo creemos han de participar del triple oficio del mismo Cristo, doctrinal, sacerdotal y ministerial (v. LG 21, 28), puesto que reciben de los obispos el oficio de su ministerio en su propio grado (v. LG 28). Sin embargo el párrafo dedicado a ellos en LG 29 nos parece sumamente parco en describir la naturaleza del diaconado. Lo califica como «el grado inferior de la jerarquía» y afirma que los diáconos «reciben la imposición de las manos n o en o r d e n al s a c e r d o c io , s in o e n o r d e n al m in is te r io » (v. también AG 16), según la fórmula antigua de la tradición que cita el concilio31. Con ello se precisa claramente la distinción entre obispos y presbíteros (ambos sacerdotes) por una parte, y diáconos por otra. ¿Hay, pues, entre ellos una simple distinción de «grado», o una verdadera distinción «esencial»? Por el solo texto que comentamos no nos atrevemos a decidir la cuestión. Cierta mente se le asigna al diácono una «gracia sacramental» que corresponde en cierto modo a la «consagración» de los obispos y de los presbíteros. Se le asigna también un triple oficio «en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad», correspondiente al triple oficio sacerdotal, profètico y mi nisterial de aquellos. Se asigna como propio de los diáconos «la administra ción solemne del bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía, asistir en nombre de la Iglesia y bendecir los matrimonios, llevar el viático a los mo ribundos, leer la sagrada Escritura y exhortar al pueblo, presidir el culto y la oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir los ritos de funerales y sepelios» (LG 29). ¿Entraña todo ello un «sacerdocio» especial, distinto esencialmente del de los simples fieles y distinto también del sacer docio de los obispos y presbíteros? ¿Se trata, al contrario, de una simple dedicación al «ministerio» desde el puro sacerdocio común de los fieles? He aquí el interrogante que planteamos. La última hipótesis, tanto como la pri mera (de distinción gradual en el sacerdocio ministerial o jerárquico) nos pa recen soluciones posibles. Todo ello, aparte de la enseñanza del concilio de Trento sobre el diaconado, como uno de los grados mayores del sacramento i 31. Consí. Ecclesiae Aegyptiacac, ITI. 2: Punk, Didascalia II, 103; Statuta Eccl. Ani., 37-41: M a n si 3, 954.
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