PS_NyG_1977v024n003p0467_0496

EL SACERDOCIO EN LOS DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO 477 ir mucho más lejos que el concilio en la lógica de sus conclusiones, a las que tuvo que salir al paso la Sagrada Congregación de Fe 12. Cierto también que el enfoque del Vaticano II supone algo nuevo, aunque parece exagerado ca­ lificarlo con K. Rahner como de giro copernicano B, de modo que el sacer­ docio común de los fieles fue la «base portante» del sacerdocio ministerial. Más ecuánime al menos en su contenido, sino en todas sus expresiones nos parece el trabajo de J. Espeja en T e o lo g ía d e l s a c e r d o c io H. Vamos, pues, a exponer la doctrina de la L u m e n g e n tiu m y del Vaticano II, tratando de clarificar y ponderar lo que realmente contienen y aportan en relación al magisterio anterior. Evidentemente la L u m e n g e n tiu m supone que todo el sacerdocio deriva del sacerdocio de Jesucristo, tanto el común de los fieles, como el ministe­ rial. Pero a nuestro juicio habla poco del sacerdocio de Jesucristo, y sola­ mente en cuanto principio de estos otros dos. «Jesús —dice en efecto— , habiendo resucitado después de morir en la cruz por los hombres, apareció constituido para siempre como Señor, como Cristo y como Sacerdote (v. Act 2, 36; Heb 5, 6; 7, 17-21), y derramó en sus discípulos el Espíritu prometido por el Padre (v. Act 2, 33). Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador... recibe la misión de anunciar el Reino de Cristo y de Dios y constituye en la tierra el germen y el principio de este reino» (LG 5). Y también: «Todos los hombres son llamados a formar parte del Pueblo de Dios... Para ello envió Dios a su Hijo a quien constituyó here­ dero universal (v. Heb 1 ,2 ) para que fuera Maestro, Rey y Sacerdote nues­ tro, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios...» (LG 13). «Cristo, Señor, Pontífice tomado de entre los hombres (v. Heb 5, 1-5) a su nuevo pueblo lo h iz o u n r e in o d e s a c e r d o te s p ara D io s , su P a d re (v. Ap 1 , 6 ; 5, 9-10). Los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacer­ docio santo por la regeneración y por la unción del Espíritu Santo... El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico... cada cual participa de forma peculiar del único sacerdocio de Cristo» (LG 10; v. AA 3, AG 15). Se enseña, pues, la conexión o dependencia del sacerdocio común y mi­ nisterial del de Jesucristo. Esto es claro. En cuanto al contenido es substan­ cialmente idéntico con el de los documentos papales anteriores, en algunos puntos incluso más conciso y resumido. El punto de enfoque se acerca al de la encíclica de Pío XII M e d ia to r D e i, pero le añade una atención especial a lo que es el tema principal de esta constitución del Vaticano II: la Iglesia como «Pueblo de Dios». La Iglesia es aquel pueblo sacerdotal, «reino de 12. AAS 1973, 396; 1975, 203. 13. Cf. Riflessioni teologiche sulla figura del sacerdote d ’oggi e di domani, en As- petti della teología del sacerdozio dopo il Concilio, Rema 1974, 13. 14. M inistro de la comunidad sacerdotal. Pera una teología del presbiterado en el Vaticano II, en Teología del Sacerdocio, vol. II, Burgos 1970, 194 ss. 7

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz