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EL PECADO ORIGINAL. 4 6 1 Su propuesta es también esquemática. Parte de una perspectiva plena­ mente caritológica y cristocéntrica: la llamada del hombre a la vida eterna, a la visión beata como fin único, plenificante. Sólo por un pecado personal puede perderse esta finalidad primera del hombre, no por un lejano pecado de otro | 4 3 4 ] . Por lo que además Gu piensa, siguiendo a Haag, que la doc­ trina sobre el «pecado original» no se encuentra en la Escritura. En Rm 5, 12-21, Pablo habla de que el hombre ha sido creado para Cristo. E l ser-para- Cristo es una situación, una condición, una circunstancia vital humana como lo es el ser-en-el mundo o ser-para-el-otro de que nos habla la filosofía exis- tencialista hodierna. Estar en pecado es el no aceptar voluntariamente este ser-para-Cristo [ 4 3 7 ] . Ahora bien, como el hombre al llegar a la existencia de suyo es todavía indiferente en relación con su decisión por Cristo o contra Cristo, porque le falta la personal incorporación a Cristo, porque no ha sido redimido y nace en este estado, y porque sóla por la gracia entra en la re­ dención, por eso se dice que el hombre nace en pecado original [ 43 9 ] . Es, pues, el pecado original el todavía-no, la falta, la carencia e indiferencia ante la gracia de Cristo. Toda la teología de Adán queda orillada en esta explica­ ción de Gu. Los defectos de la exégesis tradicional respecto a Rm 5, 12*21 serían: a) haber historificado a Adán; b) el Pecado, figura mitificada, personificada y externa al hombre en Pablo, se hace pecado interior heredado de genera­ ción en generación; c) en Pablo, el Pecado-Muerte sólo son activos por los pecados personales, en la teología clásica por la herencia; d) Pablo de la universalidad de la redención deduce el pecado; la teología posterior a la inversa; e) Pablo, habla del pecado de los adultos, la tradición del pecado de los niños [ 43 7- 8] , Nosotros no vemos por qué a ese todavía-no de la gracia, a ese estado de indi­ ferencia-neutralidad ante Cristo, puede llamársele «pecado». Y entonces no ha­ bría inconveniente en dejar, por fin, de hablar del 'pecado original’ . Y hablar sólo de lo que hay. que el hombre, al llegar, a la existencia y mientras no se decida por Cristo, aunque está destinado a la vida eterna, sin embargo, está im­ posibilitado para conseguir este fin por sus solas fuerzas. Será la afirmación de la gratuidad de la vida eterna y su excedencia radical sobre todo el dinamismo humano natural, lo cual se ha de garantizar cuando se hable de la relación del hombre a Cristo. Pero no hace falta mentar al «pecado original ». E. Guttwenger 66 6 6 . E . G u t w e n g e r , Die Erbsünde und das Konzil von Trient, 4 3 3 -4 6 .

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