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4 5 8 ALEJANDRO DE VILLALMONTE ciencia y como mentalidad; nuevos avances de la ciencia escriturística; nue­ va interpretación de los textos del Magisterio. Un recorrido por los diver­ sos intentos de reformulación le lleva a Co a esta conclusión: «parece del todo claro que ha habido un cambio progresivo en el enfoque de la doctri­ na del pecado original. Se pasa de la solidaridad humana en Adán, a la con­ dición humana de todavía-no-estar-en Cristo. Estar en «pecado original es simplemente encontrarse fuera de Cristo antes de tener posibilidad de libre decisión a favor o en contra de Cristo» [ 239 ] . Pero, ¿cómo llamar «pecado» a este todavía-no-estar-en-Cristo? Gutwenger quiere prescindir de esta pa­ labra. A. Vanneste la mantiene provisionalmente. Rondet y Hulsbosch opi­ nan que lo sustantivo del cristianismo es la necesidad absoluta que el hombre tiene de redención; y esto tenga o no pecado original. Idea que se aproxi­ maría a ciertas visiones de la filosofía moderna que habla de la radical alie­ nación del hombre. Sin embargo, todavía debería explicarse mejor este cristocentrismo tan absorbente e intenso, antes de aplicarlo el tema del pecado original. No han resuelto aún todas las dificultades los propugnadores de esta orientación. Patrick Burke 63 La doctrina del pecado original ha querido responder a la pregunta de por qué el hombre necesita ser redimido. Entre las dificultades que hoy en­ cuentra sería la mayor la proveniente de la vivaz conciencia que el hombre moderno tiene de su dignidad, personalidad y auto-responsabilidad, que no tolera oír hablar de haber pecado en otro. Las dificultades actuales parece han demostrado que el concepto de «pecado original» no está en la Escritura, es inconciliable con nuestros conocimientos científicos, es positivamente re­ chazable para el humanismo, por la razón indicada. Vistas las diversas tentativas Burke propone su modo de ver el pro­ blema. El punto de partida será la idea de que Dios quiere establecer su Reino en el universo, en el hombre. E l hombre debe aceptarlo. Este proyecto de­ termina la estructura concreta y el camino que ha de seguirse para tal fi­ nalidad. Cuando el hombre no acepta esta finalidad que Dios le ha impues­ to, rehúsa estar en comunicación libre con E l, tenemos el pecado personal. E l original es pecado en forma analógica, en cuanto es la expresión de la falta de relación a Cristo. Esta situación de estar sin Cristo en un hombre que ha sido hecho para Cristo, es lo que la Iglesi llama «pecado original» [ 1 3 ] , Esta privación o ausencia de relación a Cristo (Christlessnes) y no la relación a Adán es la que provoca la situación de « pecado original». La re­ ferencia del Tridentino a Adán podría ser interpretada como un «obiter dic- tum», sin valor de definición formal. 63. P. Burke, Man without Christ. An approch to hereditary Sin, 7-18.

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