PS_NyG_1977v024n003p0383_0465

EL PECADO ORIGINAL. 4 5 3 original. Por ejemplo, los análisis existencialistas sobre el existir del hom­ bre, como ser desgarrado radicalmente; o las afirmaciones del psicoanálisis sobre el sentimiento de culpabilidad fundamental persistente en la humani­ dad [WG S 136-41], Si bien, en última instancia, no se podría hablar de un argumento experimental a favor del pecado original como podría preten­ der Pascal. Sólo la Escritura nos certifica que la causa de la miseria humana, especialmente moral-religiosa, es el pecado de los orígenes. Son conocidas las divergencias de los exegetas sobre la enseñanza del A .T . referente al pecado original. Sebe opina, resumiendo, que el A .T. ha­ blaría de la universal situación de perdición y la pondría en relación con una caída original, base para una futura enseñanza sobre pecado original, pero en el mismo A .T. no está clara [WG S 146-55]. Sin entrar en una exé- gesis del texto insiste Sebe que Rm 5, 12-21 no afirma sólo que los hombres son pecadores por pecados personales (contra Pelagio); ni que éstos sean concausa de la situación pecadora: se dice expresamente que por el pecado de Adán todos son constituidos pecadores, ya antes del pecado personal, como lo exige el paralelismo con Cristo. Pablo no hablaría de ninguna tras­ misión física del pecado por generación [W G S 157-60]. Sebe propone una visión muy marcadamente cristocéntrica del pecado ori­ ginal. Cristo es visto, al estilo de la tradición escotista, como la Summa crea- tura (Summum Opus Dei, dice Escoto). E l es la causa final y ejemplar de todo el orden sobrenatural y natural. Por ello también la primera gracia de Adán le fue concedida en dependencia de Cristo. Por tanto, el pecado originante y el pecado original consisten en la falta de unión con Cristo, con Dios [WGS 165] . La vieja dificultad: cómo tal carencia de unión a Cristo puede califi­ carse de «pecado», hay que resolverla desde la afirmación de la fe que habla de la solidaridad sobrenatural, gratuita, de todos en Cristo. E l es el prin­ cipio de unidad de los hombres todos; y desde Cristo hay que explicar la posible solidaridad de todos los hombres en el primer pecador. Desde esta unidad con Cristo se explica, en última instancia, la universalidad, radica- lidad y condición antecedente del pecado en el hombre. Bajo algún aspecto se muestra Sebe abierto a las nuevas corrientes al admitir la posibilidad de explicar la enseñanza tradicional también en perspectiva poligenista (WGS 190 s.]. Desde su postura más bien tradicional Sebe se muestra un agudo crítico de los nuevos intentos de explicación, señalando sus aspectos más vulnerables con n o­ table perspicacia58. 58. Por ejemplo, en referencia a la teoría teilhardiana: Weltevolution und Siin- denfall, 163-84. Zur Erbsündenaujfasung Teilhard de Chardins, 342-47. Die Erbschuld

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz