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EL PECADO ORIGINAL. 4 5 1 de miseria espiritual. La última garantía de la realidad de aquel estado sería Rm 5, 12-21. Sch tiende a reducir las afirmaciones tradicionales adheridas a este núcleo sustantivo. La inmunidad de dolor y de muerte habría que entenderla en sentido religioso, como angustia de morir ante Dios; no a nivel biológico, donde la muerte es normal. También la ciencia sería religio­ sa. N i tenía aquel estado por qué reflejarse en un entorno vital externo y constatable por la experiencia. Es tema exclusivo de la teología. Sobre el pecado original habría que decir: el A .T. no pone en relación la general pecaminosidad humana con el pecado primero. No hay en él una enseñanza sobre el pecado original. Rm 5, 12-21, sí que pone en relación la situación pecadora de la humanidad con el pecado primero, pero no se dice en qué forma. Desde luego no se habla de herencia en el pecado. Por eso la doctrina del pecado original no está desarrollada en Pablo. Pero, desde él hasta Trento hay un desarrollo legítimo, inevitable, connatural. Cualquier aclaración que quiera darse ahora a los textos de Trento tiene que dejar a salvo este mínimo-, antes de la decisión personal el hombre se encuentra ya en estado de pecado. Afirmación que sólo se comprende en el misterio de la solidaridad de todos en Cristo y en Adán 56. A todos los actuales ensayos de reformulación que hoy día se hacen hay que pedirles que aseguren ese mínimum ; tanto en referencia al pecado ori­ ginal en sentido estricto, como en relación al estado de justicia original y al pecado originante. Leo Scheffczyk A l lado de su maestro Schmaus, L. Scheffczyk se mantiene fiel a la ense­ ñanza tradicional. Sólo hay ligeros intentos de actualización. Las variaciones introducidas se refieren más bien a la forma de expresión 57. Aunque no se mantenga su historicidad en el sentido usual de la palabra, sin embargo es importante para la fe el seguir creyendo en que la «huma­ nidad originaria» poseyó realmente la gracia que le ponía en amistad con Dios. N i hay que minusvalorar la importancia de esta verdad dentro del contexto de la fe. E lla nos muestra que el comienzo de la historia es santo y que el pecado no pertenece a la naturaleza del hombre. También ilustra el hecho de que el hombre es creado para Dios en Cristo ya desde el prin­ cipio [WG S 102-6]. 56. Seguimos el pensamiento de Schmaus en su obra, Der Glaube der Kirche. Hand huch katholiscber Dogmatik, I, 366-413. Y el opúsculo, Das Parodies, München 1963. 57. L. S ch e ffcz y k dedicó varios estudios al tema del pecado original. Pueden verse en al Bibliografía final. Utilizamos su obra última, donde ofrece en síntesis sus convic­ ciones al respecto, Wirklichkeit und Geheimnis der Siindc: Sünde-Erbsünde, bajo la si­ gla WGS. Los números del texto entre corchetes se refieren a las pp. de esta obra.

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