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4 4 6 ALEJANDRO DE VILLALMONTE el pecado del mundo se consuma simbólicamente en la muerte de Cristo [PO R 155-198], Las sugerencias de Gr pueden calificarse moderadamente avanzadas en el con­ texto de los años en que fueron propuestas. Implican un progreso sobre la tra­ dición, pero no rompen con ella. El estado de justicia original el pecado origi­ nante todavía son realidades históricas. Sobre todo el pecado primero originante mantiene una importancia cualitativa, irrenunciable para Gr. Recoge con agrado también, la idea del pecado del mundo com o con-causa del estado de pecado ori­ ginal. Pero, apenas nos dice nada sobre la naturaleza de esta realidad teológica, centro de toda la problemática. Es positiva también la forma en que supera las posibles fricciones de la teología con la ciencia. Su teoría sobre el pecado origi­ nante com o acto que inaugura la historia y que, com o tal, debe conservar impor­ tancia cualitativa, coincide con las reflexiones de K. Rahner sobre la importancia de la «humanidad originaria» en cuanto originaria y primordial. El mismo Gr recuerda la teoría hegeliana sobre el pecado originario coincidente con la emer­ gencia de la conciencia en el hombre, con el paso de la inocencia al conocim iento y a la libertad. Por último habría que recordar aquí la teoría de S. Tomás sobre el despertar del hombre al uso de la razón: en ese momento tiene lugar una opción fundamental que le reafirma en el pecado o le entrega a la acción de la gracia52. En todo caso, no vemos razón ninguna para seguir afirmando la im por­ tancia peculiar de un primer pecado de la humanidad53. Es una forma de seguir manteniendo el m ito de los «prestigiosos y divinos orígenes». Charles Baumgartner Es importante, dice Baumgartner (= B a ), lograr un buen punto de par­ tida para estudiar toda la amplia y complicada problemática sobre el pecado original. No es hoy aceptable el partir de Adán hacia nosotros y hacia Cristo, como hacían los antiguos. Mejor partir del pecado en nosotros, es decir, de la condición pecadora del hombre necesitado de Cristo, estudiar su índole y luego el origen de tal situación. E l pecado original cae dentro del tema de la general condición pecadora humana y de la necesidad de la redención 34. Siguiendo la tradición Ba describe así el pecado original: «E l pecado original es un verdadero pecado porque implica la privación de la gracia. Y puesto que la gracia es la vida del alma por la unión a D ios, la pri­ vación de la gracia es la muerte del alma y por tanto verdadero pecado, aunque 52. Sobre Rahner ya hemos hablado antes, p. , y también sobre Iiegel. Para í. Tomás podría citarse la idea sugerida por él en 1-2, q 89 a. 6, resp. 53. J. S a lg u ero encuentra muy aprovechable la teoría de Grelot: Pecado original y Poligenismo, espec. 221 ss., 230 ss. M . M . L a b ou rd ette, Le peché originel, 284-6, en­ cuentra muy discutible la tesis — básica en Grelot — de que el pecado originante coin­ cida con la llegada de la especie «h om o » a la posesión de libertad-conciencia. Creemos que con toda razón. 54. Cu. B aum gartner, El pecado original, 22, 28. En el texto citamos entre corche­ tes las pp. de este libro.

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