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442 ALEJANDRO DE VILLALMONTE En un primer estudio dedicado al tema del pecado o rig ina l49, Grelot ( = G r ) se fija, según decimos, en la problemática del pecado originante, vis­ tas las dificultades que la paleontología, la psicología profunda ofrecen (y la ayuda que podrían aportar) a la presentación tradicional de esta doctrina. Nada mejor que el recurso a los datos inmediatos de la Biblia, críticamente bien controlados, para abrirse camino en la problemática de los últimos años [Rpo 15-29], En su relectura de Gen 2-3 encuentra Gr una reflexión sapiencial sobre el origen del pecado en el mundo. E l existir humano se ofrece a los ojos del narrador agobiado de males. A l fondo de estos varios males concretos, se busca «la causa profunda que está en el origen de todos: la ruptura entre el hombre y Dios, el pecado en su esencia espiritual» [Rpo 54] . En un solo hombre, Adán, se concentra la desmesura (hybris) que es la sustancia de todo pecado. Por ello Adán es el epónimo de la humanidad pecadora. «E l pecado de Adán es, en realidad, el paradigma de todo pecado humano en lo que tiene de universal» TRpo 54 ] . No es que Gén 2-3 quiera enseñar, en forma simbólica, la verdad general de que el hombre es pecador ante Dios. No, se quiere contar una verdadera historia; pero una historia sagrada en la que aparezca el proyecto divino de salvación y el puesto que en él ocupa el pecado del hombre. Como la vocación de Abraham establece el co­ mienzo histórico de una etapa de la historia santa, así, al contar el pecado de los protoparentes, «el autor quiere afirmar que la experiencia del mal en la humanidad ha tenido un comienzo absoluto. Este comienzo lo sitúa en el instante mismo en que se inicia la historia humana: la prueba de la libertad y el pecado que la sigue han sido el acontecimiento primero (de la historia) determinante de los demás » [Rpo 55 ] . Porque «con la emergencia del hom­ bre a la vida (humana) comienza la historia de la libertad; con el primer ejercicio de la libertad comenzó el drama de la elección, cuyo primer acto fue una catástrofe» (Rpo 56). Atendiendo a otra idea muy del gusto actual, Gr insiste en la dimen­ sión social, interpersonal del primer pecado tal como lo narra Gén 2-3: «la entrada del pecado en el mundo se hace por un acto en el cual lo personal y social están indisolublemente unidos, donde la relación interpersonal de los coagentes llega hasta las dimensiones más profundas» [Rpo 60; cf. 57- 61] , Pasando a la reflexión teológica, Gr establece como ideas básicas: — «E l pecado originante está sólidamente establecido en los fundamen­ tos mismos del dogma cristiano» [Rpo 7 3 ] , 49. P. G r e lo t , Réflexions sur le peché originel. Los números entre corchetes del texto se refieren a las pp. de este libro, bajo la sigla Rpo. Fierre G relot

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