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EL PECADO ORIGINAL. 4 4 1 otra parte es normal que los autores se resistan a desprenderse del todo de una enseñanza tradicional tan antigua y venerable. Si no hay «originante» específico tampoco habría pecado original «origi nado». Es lo lógico. Por eso, no vemos justificada la afirmación sustantiva de F-A, su concepto de pecado original: No es seguro, pensamos, que el hombre llegue a la existencia sin gracia de Dios, a menos que se tenga sobre la gracia un concepto muy restringido; ni que, en referencia a ese momento, tenga significado real afirmar de ningún ser humano que está en muerte espiritual, privado de gracia, en muerte del alma, separado de la alianza y amistad con Dios, en pecado 4?. Como otros teólogos también F-A suponen que, para que alguien sea beneficiario de la redención de Cristo y necesite de su gracia es indispensable que esté antes en situación de pecado. Pero, la necesidad de la gracia no arranca del pecado previo, sino de la despropor ción entre la condición creatural del hombre y el fin sobrenatural al que está llamado. Depende, por tanto, de algo que es más radical, más universal y anterior a la condición pecadora, sea cual fuere el origen de ésta +s. 6. Entre tradición y renovación E l equilibrio entre tradición y renovación que Flick-Alszegby reclamaban para sí tiene nueva manifestación en P. Grelot y K. Baumgartner, si bien con intensidad y amplitud varia. Grelot se limita casi exclusivamente a buscar nueva expresión para la doctrina del pecado original originante. Baumgartner abarca, a grandes rasgos, toda la problemática importante refe rente al pecado original en su concepto integral. También los resultados son distintos. 47. Este «contenido sustantivo» del dogma del pecado original según F-A no estaría expresado en la Escritura. Se trata de una adición, un plus de crecim iento doctrinal de bido a la conciencia religiosa de la Iglesia «canonizado» en Cartago y Trento. Se podría preguntar si ese plus añadido o explicitado por el Magisterio pertenece a lo que hay que creer en forma segura e irreversible, o se trata de un teologúmeno impuesto — legí timamente— en una circunstancia histórica concreta; pero que ahora, en la nueva situa ción teológica, en la nueva correlación en que son vistas las verdades de la fe, ya no sería obligatorio mantener. Pregunta erizada de dificultades. 48. V er al respecto A . V illalmonte , Universalidad de la redención de Cristo y pe cado original, 5, 45. A llí nos parece haber demostrado que, aunque alguien no tenga pecado previo, todavía necesita de la gracia de Cristo para conseguir la vida eterna. Esta radical necesidad de redención no hay que verla surgir de que el hombre haya sido constituido pecador por otro (Adán - humanidad originaria - pecado del mundo). Se debe a la incapacidad dinámica connatural del hombre en orden al bien sobre-natural.
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