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434 ALEJANDRO DE VILLALMONTE pectiva evolucionista puede pensarse, dicen F-A, que la humanidad estaba ordenada por Dios al pleno desarrollo natural, más aún, a la posesión de la vida divina. Cuando los hombres, en proceso evolutivo de milenios, lle­ gan a ser plenamente conscientes y libres, en vez de seguir la llamada de Dios, rehúsan su gracia, pecan e interrumpen la evolución sobrenatural de la humanidad. E l pecado primero es así el originante del estado de perdición en que se encuentra la humanidad histórica, hasta que llegue Cristo. Aquel pecado originario no interesa el que se explique en esquema monogenista o poligenista. Pero sí es indispensable pensar en un primer pecado de peculiar calidad e importancia para el destino de la humanidad40. Esta perspectiva evolucionista aplicada a explicar el pecado originante no sería tan importante para F-A como la perspectiva personalista en la que intentan explicar el dogma del pecado original en su núcleo central. A ella nos referimos a continuación. El punto de partida de la investigación es la creencia de la Iglesia ex­ presada, nominalmente, en la predicación : «La pregunta a la que deseamos contestar puede formularse de esta manera: ¿Hasta qué punto la predicación actual de la iglesia sobre el pecado original está exigida por la revelación? ¿Hasta qué punto supone ciertos esquemas contingentes, determinados por el ambiente cultural en que ha sido concebida la doctrina?» [ 1 9 ] . Pregunta ésta que implica la posibilidad de que el núcleo sustantivo del dogma pueda expresarse también en otras categorías culturales41. Como nosotros al comienzo de este estudio, también F-A advierten el proceso de cambio que, sobre esta enseñanza, está en marcha en la segunda mitad del siglo xx. Un factor de este cambio sería el choque de las tradi­ cionales afirmaciones de la teología con la teoría evolutiva sobre el origen del hombre. Ya conocemos los conflictos surgidos. Pero como motivaciones más hondas habría que indicar «en primer lugar, la renovación de la exé- gesis (que) ha llamado la atención sobre los géneros literarios propios de cada libro, sobre la distinción entre lo que afirma el autor directamente y aquello a que alude para demostrar sus afirmaciones» [ 3 0 ] . Este procedi­ miento hermenéutico llevó a descubrir la relatividad e historicidad de las afirmaciones bíblicas al respecto. Con parejos resultados se aplicó el método al examen de los documentos del Magisterio. «La segunda causa de este re­ ciente cambio en la teología del pecado original está en la aplicación de los principios hermenéuticos, elaborados por la exégesis bíblica, a los documen- 40. V er, El hombre bajo el signo del pecado, 360-73. Antropología Teológica, nrs. 366-409. 41. Los AA . dedican mucha atención al planteamiento m etodológico de la cuestión: El hombre bajo el signo del pecado, 13-38. También Z. A lsze g h y , II peccato origínale. Puntualizazzione in propettiva metodologica. 29-42.

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