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432 ALEJANDRO DE VILLALMONTE — E l estado originario de santidad y justicia en que se habría encon­ trado el primer hombre (el Urstand) desaparece totalmente del horizonte mental de la teoría de W e. — Desde luego, la cuestión de la historicidad de Adán también ha de­ jado de ser discutida. Está superada. — Ha quedado eliminada la afirmación de que un primer pecado de la humanidad originante (sea mono o poligenética) renga peculiar importancia en causar la situación prepersonal, interna de pecado en que se encuentra todo hombre al llegar a la existencia. — La discusión sobre el origen monogenético o poligenético hay que resolverla, a estas alturas de la teología, en sentido de una cuestión abierta. En realidad no interesa ya tal cuestión, en la teoría de W e. Déjese a la ciencia que, bajo su responsabilidad, dé la solución que pueda. — Ya no queda lugar, en esta teoría, para hablar de la propagación de pecado original por medio de la generación. — No merece la pena detenerse en examinar la cuestión de hasta qué punto las miserias del humano vivir: dolor, muerte, tendencia al mal, son efecto del primer pecado humano que habría hecho perder la privilegiada situación primtiva 35. La teología tradicional hacía de los niños el lugar privilegiado para mos­ trar la existencia del pecado original, pues están necesitados de bautismo para ir a la vida eterna. W e repite continuamente que la cuestión del pecado original hay que plantearla como problema de adultos. Lo de los niños sería una cuestión fronteriza. Sin embargo, se demora páginas y páginas en de­ mostrar que su teoría también explica la tradicional afirmación de que los párvulos tienen pecado, porque están en aquella situación interna y preper­ sonal de culpa ante Dios, de profundidad óntica, que les hace verdaderos pecadores ante Dios, al modo indicado34. La teoría de We ha sido valorada muy positivamente por ]. L. Ruiz de la Peña. Pero todavía indica algunos puntos críticos: «Este estar situado el hombre por culpa de su historia ¿tiene carácter real de culpabilidad propia? La determ i­ nación interna por la historia de la perdición, anterior a toda toma de postura, ¿es pecado ? y si lo es, ¿en qué sentido?». Y otra pregunta: «P or qué el hombre nace pecador por influjo de la Unheilsgeschichte (historia de perdición) y no justo gracias a la Heilsgeschichte (historia de salvación )»37. H. Haag sintetiza su 35. Nos ceñimos a citar las pp. donde se exponen estas ideas: Sobre Adán y su función, Tkeologie der Erbsünde, 79-81, 101. Erbsündentheologie, 294-300. El tema del monogenismo-poligenismo y su viabilidad teológica lo trata We con amplitud y deteni­ miento, Tbeologie der Erbsünde, 43-74, 79 s., 87 ss.. 92. Erbsündentheologie, 290-93. 36. Acerca de los niños y su pecado original, Tbeologie der Erbsünde, 93 s., 106, 161-75. Erbsündentheologie, 300 ss. 37. J. L. R uiz de la Peña, La dialéctica destino-libertad, 356 y 354, respectivamen-

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