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EL PECADO ORIGINAL. 429 propia y personal decisión)» [ 109 ] . La teología del pecado original podría utilizar los análisis de la filosofía moderna sobre la constitución de la perso na, sobre la importancia de la socialidad, de la historia, de la relación al otro (otredad-socialidad-historicidad) en orden a la estructuración interna de la propia personalidad individual. Esta concepción de la persona en la nue va filosofía la sintentiza W e en esta tesis: «La libertad humana sólo puede ser entendida como una libertad que, con anterioridad a su propia actuación, viene ya determinada por la libre acción del otro y, en consecuencia, por la historia ajena» B. Para W e parece claro que hay que superar la forma estática, esencia- lista y abstracta de contemplar el ser humano, su «naturaleza», propia del pensamiento antiguo en cuyas categorías se expresaba la teología tradicional. La naturaleza humana, la libertad, la persona en su realización concreta- existencial-histórica no lo hacen sino en dependencia o religación con el otro. Desde luego, es conocida la referencia trascendental que la libertad humana dice al Otro infinito, a Dios, para su realización. Pero también el hombre está interior y profundamente religado, dependiente del otro humano, de las otras libertades, en la tarea de su realización. La libertad de cada hombre es libertad que se hace en comunicación, en sociedad, en comunión. Esta religación al otro es un elemento constitutyente de la libertad existencial del hombre. Es ésta una libertad interpersonal. La libertad humana es interco municativa. «La libertad necesita de los otros hombres para ser, para rea lizarse, para encontrarse así misma: la propia libertad es siempre también liberta del otro» [ 1 1 4 ] . En esta misma dirección hay que insistir en la historicidad del hombre. La dimensión histórica no hay que concebirla como algo externo, yuxtapuesto al hombre, sino como algo interno, constitutivo, determinante de su situa ción existencial, de su modo de estar en el mundo, de su condición, enten didas estas fórmulas en el sentido óntico que quiere darles la filosofía exis- tencialista. En este contexto ideológico se puede comprender que las acciones del otro puedan ser un determinante de las acciones propias. Las acciones del otro constituyen una fuerza que, antes de la decisión personal, en forma «prepersonal» no sólo impulsan desde fuera sino que la determinan desde dentro. «La historia es suficientemente fuerte como para predeterminar al hombre interiormente y en forma prepersonal» [ 1 2 1 ] . W e es reiterativo en afirmar la interioridad y la fuerza determinante del otro y de la historia, 33. Será de interés citar sus mismas palabras: «Menschlicbc Freibeit kann nur vers- tanden werden ais eine im voraus zu ibrem eigenen Vollzug sebón innerlicb durcb das freie Tun anderer, und damit durcb Fremdgescbicbte, bestimmte Freibeit ». Erbsünden- tbeologie beute, 298. Buena exposición de esta idea antropológica puede verse en P. Lain E n tr a lg o , Teo ría y realidad del otro. T om . I: El otro com o otro yo, nosotros, tú y yo. Tom . I I : Otre- dad y projim idad, Madrid 1968.
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