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EL PECADO ORIGINAL. 4 1 7 el pecado del mundo no consiste sólo en la suma de los pecados que dominan en los diversos medios, sino que tiene una raíz común, cual es la carencia de la vida sobrenatural de la gracia y con ello de la capacidad de amar. Este elemento más profundo del pecado del mundo determina también lo más hondo de la situación pecadora en que todo hombre llega al mundo. En cuan­ to que el hombre todavía no ha sido acogido por la redención, llega al mundo en una situación en que carece de la vida de la gracia y por ello de la capacidad de amar» 21. De esta forma el pecado del mundo completa al pecado original, en cuan­ to que los pecados personales son su inseparable consecuencia, sino quere­ mos dejarlo alejado e inerte como una entelequia [H P 1032 s.]. Puede tam­ bién decirse que el pecado originante está incluido dentro del pecado del mundo. No porque el pecado de Adán tenga peculiar importancia, sino por­ que inicia la serie de pecados en la historia humana [H P 1033 ss.]. Por último, Sch no tiene inconveniente en reconocer que, en su teoría, el pecado del mundo se identifica con el pecado original: «he propuesto mi teoría del pecado original que es exactamente una teoría del pecado del mundo» [P R 111 ] . Sch no se cansa de repetir que no ha de confundirse el pecado original con el hecho del pecado personal. A este respecto habría que añadir que el pecado personal de cada indivi­ duo y el pecado del mundo en realidad no son más que la doble dimensión que todo pecado lleva consigo: en cuanto es perpetrado por cada persona, se produce bajo su plena responsabilidad personal y rompe la relación per­ sonal con Dios tenemos el pecado personal. En cuanto esa misma acción implica en sus antecedentes, concomitantes y consiguientes una influencia pa­ siva o activa de los otros tenemos el pecado del mundo. Así vale decir que todo pecado humano es, al mismo tiempo, originante y originado, según la diversa perspectiva en que se le considere; «todo pecado es pecado original, por cuanto influye en otros en la forma indicada» [P R 33 s.]. La identificación del pecado del mundo con el pecado original, implica una concepción dinámica, evolutiva, progresiva de esta realidad y su variabilidad a lo largo de la historia. Comienza el pecado del mundo — pecado original— 21. Cita primera en De Zoitde ais Situatie, 30; ver 1-30. Cita segunda en, Siinde der Welt, 162; ver 161-63. También Mysterium lniquitatis, donde explica la misma idea con detención, 579-85: distinción entre la situación (activa) y el pasivo estar-situado; el estar-situado com o impedimento para la comunicación de valores; estar-situado com o impedimento para la comunicación de la gracia. En este contexto, al definir el pecado original com o un estar-situado quiere decirse que aquella circunstancia «situadora» o «si­ tuante» del hombre, afecta a su libertad y la condiciona previa y antecedentemente a cualquier ejercicio de la misma. Y en referencia a la gracia quiere decirse que tal «si­ tuación» situadora impide la comunicación-mediación de la gracia al otro. Por eso, «el pecado original originado, en cuanto privación de la gracia, me parece se puede descri­ bir bien com o un existencial estar-situado por el pecado de otros, en cuanto estos inte­ rrumpen la comunicación de la gracia», Mysterium lniquitatis, 585.

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