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406 ALEJANDRO DE VILLALMONTE Hay otras objeciones provenientes de la razón teológica, — al no haber pecado de Adán desaparecería, en la hipótesis de Ro, la distinción entre pecado originante y el originado. No, responde Ro, la dis­ tinción es muy firme. «El pecado original en nosotros tiene por causa no un pecado actual, sino un pecado colectivo, constituido por el conjunto de los pecados personales de todos los hombres de todos los tiempos». — «Se insiste: en vuestra hipótesis el pecado personal sería, a la vez, causa y efecto del pecado original: un círculo vicioso». —No, responde Ron­ del, hay más bien una causalidad mutua. En mí, la inclinación al mal (la con­ cupiscencia, en sentido amplio) y el pecado original originado, el estado de pecado en el cual vengo a la existencia, son consecuencia de un pecado co­ lectivo del cual mi futuro pecado personal no es sino un componente ínfi­ mo» i 322]. — ¿En esta hipótesis no parece que el pecado humano es inevitable, necesario? Responde Ro (y alude aquí a la conocida afirmación de los teó­ logos): que sin la gracia es imposible que el hombre evite el pecar. La «ne­ cesidad moral» del pecado, en general, no impide la libertad de cada acto personal concreto por el que el hombre peca [322-3]. Ro se encuentra con el gran muro que impide el avance de las nuevas explicaciones sobre el pecado original: los documentos del Magisterio, espe­ cialmente el concilio de Trento. En este momento Ro se aprovecha de las últimas investigaciones de A. Vanneste sobre el tema. Así, pues, el Triden- tino querría mantener como perteneciente a la fe: la necesidad de la gra­ cia, la necesidad del bautismo, el hecho del pecado original originado. La historicidad o no de Adán no preocupaba por entonces en la Iglesia. Por eso los documentos de Trento, aunque lo suponen, no darían a este hecho más certeza que el que tuviera por otros motivos [324-5], Por los años en que escribe Ro ya no era dificultad para muchos el tema del poligenismo. Según esta hipótesis entiende él la frase de que el pecado original es «uno por su origen» y que se propaga «por generación» [325], En resumen : todo hombre viene al mundo en condición miserable. Esta no es sólo condición del progreso humano en plano natural y sobrenatural, «es tam­ bién fruto de una caída. «Más aún, el hombre llega al mundo en estado de pe­ cado, separado de Cristo... extraño a la familia divina que es la suya. Y este estado proviene de Adán» [328], Pero nada nos obliga a pensar en una individua­ lizada historicidad de Adán, ni en la influencia decisiva de su pecado. Adán so­ mos todos los hombres.

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