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400 ALEJANDRO DE VILLAI.MONTE nada perturba las afirmaciones teológicas sobre el pecado original. Ni si­ quiera para la ciencia el problema resulta demasiado importante [48 ]. La exposición de Hu, en su aspecto crítico de la enseñanza tradicional y en su empeño de superarla, tiene la ventaja de haber reducido a la insignificancia y aun casi eliminado todo el conjunto de afirmaciones que constituyen la «teo­ logía de Adán»: su historicidad como individuo, su estado de santidad y jus­ ticia paradisíaca, su preeminente pecado originante. También sustituye la concep­ ción estática del mundo, presupuesto de la teoría antigua, por la nueva visión evolutiva, no sólo en referencia a la antropogénesis, sino en toda la historia del universo natural y sobrenatural. Muy apreciable es la orientación cristocéntrica de toda la problemática referente al pecado: original, personal, pecado del mun­ do, pccaminosidad humana en general. Así como la consiguiente contemplación caritológica de la historia de salvación, superando la más corriente visión hamar- tiocéntrica que parte de Adán, de la caída originaria. La unidad del género hu­ mano es contemplada, correctamente, desde Cristo y su gracia; no desde Adán y su pecado. Lástima que no haya desarrollado más y aplicado más ampliamente su valiosa indicación: «la obra redentora tiene según esto, dos aspectos: libera­ ción del pecado y prosecución de la creación [49, 61]. Entendida ésta como creación del universo (natural y sobrenatural) hacia Cristo Omega. En esta pers­ pectiva no se ve necesario que, para ser objeto de la acción salvadora de Cristo y de su gracia, sea indispensable encontrarse previamente en pecado. La sustitu­ ción de la figura de Adán por la figura del «pecado del mundo» como factor ori­ ginante del pecado origina! tiene ventajas y desventajas que hemos de comentar más adelante. La exposición de Hu tuvo amplia difusión durante la década de los se­ senta. Los autores comentan, critican, aprueban o desaprueban según diver­ sos criterios y bajo variados aspectos. Pero no podemos entrar en pormeno­ res en este momento 6. Karl Schmitz-Moormann La presencia e influencia de Teilhard en las nuevas formulaciones de la enseñanza del pecado original logra su máximo exponente en K. Schmitz- Moormann ( = S c h ). Después de haber expuesto el pensamiento de Teilhard, según la exigencia más inmediata de los textos, Sch quiere dar una visión 6 . Pueden verse algunos comentarios que hemos encontrado en crónicas y «boleti­ nes» teológicos aparecidos por estos años: J. L. C on n o r, Original Sin, 231-4. Á. M . Du- b a r le , Bulletin de Tbéologie, 96-7. J. L. Ruiz d e la P e ñ a , El pecado original. Panorama, 413-7. L. S c h e ffc z y k , Versuche zur Neauspracbe, 256. K. S chm itz-M oorm an n , Die Erb- siinde, 72-4. J. G r o s s , Gescbichte des Erbsündendogmas, IV, 318. U. Baumann, Erbsün- de?, 101-4. Se le coloca a Hu en la línea de Teilhard y de Schoonenberg, con los defectos acha- cables a la visión evolucionista del p. original. Más en concreto: Hu no delimitaría con precisión la frontera entre lo natural y el sobrenatural. Ni atendería suficientemente a la importancia del primer pecado según algunos de estos críticos.

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