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EL PECADO ORIGINAL. 399 Esta concepción estática ha influido decisivamente sobre la formulación tra­ dicional del dogma del pecado original [44-5]. Hu se coloca del todo en la perspectiva evolucionista teilhardiana: el universo es un proceso creador, evolutivo continuado, unitario, en marcha ascensional hacia Cristo, el punto Omega. Esta perspectiva evolucionista y cristocéntrica es decisiva en Hu [39-52], En esta perspectiva tiene impor­ tancia primordial la llamada de Dios al hombre para que se desarrolle hacia Cristo y el deseo natural del sobrenatural, como afirmación que nos hace comprender lo que es el hombre ante Dios [22, 51, 55, 58], El pecado consiste en «la resistencia del hombre a dejar realizar en sí la voluntad crea­ dora de Dios» [54 ]. Respecto al pecado original, ya se sabe la importancia que la tradición atribuye al pecado histórico que un hombre cometió en los comienzos. Ahora Hu quiere fundar la pecaminosidad humana «sobre la realidad de que el hombre quiere permanecer siendo lo que es, al buscar su felicidad en este mundo y rechazar la continuada actividad creadora de Dios» [56 ], También para Hu es decisiva en este momento la figura del «pecado del mundo». El pecado es el estado de inacabamiento en que el hombre se en­ cuentra. Pero este estado no sólo depende del hombre considerado en sí mis­ mo, o en su relación con Dios exclusivamente, «sino que viene determinado también, en medida considerable, por el mundo en que el hombre es puesto. Un hombre que nace en un mundo de pecadores pertenece, sólo por ello, a ese mundo pecador» [59 ]. El pecado que domina el mundo extiende su dominio también al niño que nace, «no por razón de culpa personal, sino como factor que determina su relación con Dios» [59, cf. 60-2], Por el bautismo el hombre es liberado ya de este influjo del mundo pecador. A tenor de lo dicho podrá comprenderse esta afirmación de Hu (subrayamos): «el pecado original es la incapacidad natural del hombre, como criatura inaca­ bada, para realizar el deseo de visión de Dios, y precisamente en cuanto esta capacidad está situada en un mundo en pecado» [60 ]. Varios de los presupuestos tradicionales referentes al pecado original desaparecen o pierden su importancia en la explicación de Hu: toda la lla­ mada «teología de Adán», en cuanto presenta a éste como primer individuo de la raza humana, hombre histórico, dotado de excepcionales prerrogativas, causante único de la ruina moral de la humanidad. La unidad del género humano que, mediante la figura de Adán, se quería salvaguardar, no hay que fijarla, si no es secundariamente, en factores biológicos, físicos. «Lo decisivo es la pertenencia a Cristo»; la orientación y llamada del hombre hacia Dios; la dignidad del hombre ante Dios; la dignidad del hombre imagen. Tal es el principio unificador superior del género humano [58 ]. La «unidad del hombre como sujeto dirigido hacia Dios, como la encontramos en la Biblia» [64 ]. Es obvio que, para Hu, el poligenismo propuesto por la ciencia en

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