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398 ALEJANDRO DE VILLALMONTE pecado a consecuencia «de un pecado primitivo... parece poder sostenerse fuera del monogenismo» [250], Una observación importante del autor: «la noción de familia humana difiere en la teología y en la ciencia» [245]. La teología no conoce al hombre sino a partir del homo sapiens-, pero la antro­ pología natural se pregunta por la índole de los homínidos anteriores al homo sapiens, el único que puede ser interlocutor de Dios en la historia de salvación. Sm se mantiene, en lo sustantivo, dentro de cauces tradicionales. Pero se advierte en él la presencia de elementos renovadores: disminuye la importancia de Adán como primer padre de la humanidad (probable poligenismo); y tam­ poco su culpa, aunque real, será la causa única de la situación pecadora en que todos nacen. Aparece la figura del «pecado del mundo» como fuerza concausante del pecado original. Este no debe aislarse del pecado personal ni de los pecados de la familia humana en conjunto. El «estado paradisíaco» es reducido a lo más esencial : llamada al fin sobrenatural en Cristo, iniciada ya desde el comienzo, pero con perspectiva de cumplimiento en el futuro. Las propuestas de Sm son incompletas y tímidas; pero se ve que para él la figura del «pecado original» es bastante distinta de la tradicional en su génesis, en su naturaleza íntima y en sus consecuencias. Las exigencias de la ciencia evolucionista, por mediación de Teilhard de Chardin y los avances de la exégesis bíblica de hombres como Rene- kens, Dubarle, Lyonnet son los factores que impulsan los intentos de renovación propuestos por Smulders. Ansfríed Hulsbosch En la misma dirección que Sm encontramos a A. Hulsbosch. También él quiere reformular la enseñanza sobre el pecado original en perspectiva evo­ lucionista y, nominalmente, sobre la pauta marcada por Teilhard de Char­ din, «aquel hombre que nos ha inspirado en gran manera». Su nombre «ape­ nas aparece en el libro»; pero «sin él nunca se hubiera escrito» 5. Hulsbosch ( = Hu) considera el pecado original como una de las «ver­ dades fundamentales, de las que la fe cristiana depende totalmente. No se puede atacar el dogma del pecado original sin quitar al mismo tiempo su valor a la redención de Cristo. Se trata aquí de la gracia salvífica de Dios en Cristo. Esta gracia es la que interesó a los concilios que se ocuparon del pecado original» [37 ]. Sin embargo, la ciencia moderna ve nuevas y pecu­ liares dificultades en la doctrina referente al origen y primer estado del hombre. La formulación de esta doctrina en torno a la figura de Adán se encuentra, además, con la dificultad que le propone el poligenismo. En el fondo son las dificultades inherentes a una concepción fijista del universo. 5. A. H u ls b o s c h , Dios en la creación y evolución. Los números entre corchetes en el texto se refieren a las pp. de este libro.

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