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394 ALEJANDRO DE VILLALMONTE reducción en su teología del pecado original y quedarnos con lo sustantivo, según interpreta A. Vanneste : el hombre, todo hombre y ya desde los co­ mienzos de su existencia, está radicalmente necesitado de la gracia redentora de Cristo. Lo demás podría dejarse caer como afirmaciones que sólo circuns­ tancialmente fueron importantes. Similar criterio sigue Vanneste en la interpretación de los textos del Tridentino referentes al pecado original. Lo sustancial y perenne aquí sería la intención de asegurar la universal necesidad de la redención y la eficacia de la misma aplicada por el bautismo. Pero todo lo referente a la «teología de Adán» tendría interés meramente accidental. Y podría preguntarse si, en la situación actual de la exégesis, de la teología y de la cultura humana en general, merece la pena seguir manteniendo semejantes afirmaciones sobre el origen del pecado en el mundo. Sin duda alguna encontramos aquí a una de las grandes novedades de estos años: la aplicación, a los textos conciliares, de los criterios hermenéuticos que se venían utilizando, con notable éxito, en referencia a los textos bíblicos concernientes al pecado original. La nueva exégesis, tanto la bíblica como la referente al Magisterio, ha sido la fuerza decisiva para esa profunda trasformación que sufre la enseñanza tradicional. Este esbozo, breve y rápido, nos ayudará a situar en su ambiente y contexto ideológico, los estudios de los teólogos y sus intentos de reformar la enseñanza tradicional. Que es lo que más nos interesa estudiar en este momento. II I n t e n t o s d e n u e v a f o r m u l a c ió n d e l « d o g m a » D E L PECADO O R IG IN A L A través de lo estudiado hasta ahora se puede constatar el vivo interés que la doctrina del pecado original estaba suscitando durante estos años. Como con­ secuencia de este interés y, al mismo tiempo, provocándolo, como fenómeno con­ comitante y consiguiente, encontramos los variados, serios y sistemáticos intentos de nueva formulación de la enseñanza tradicional. La necesidad de renovación se hizo clamor general entre los estudiosos del problema. Renovación, reformu­ lación, superación, abandono de la enseñanza tradicional podrían ser las pala­ bras que forman el abanico de alternativas que se ofrecen por estos años. Las opciones van desde la rígida conservación inalterada de la enseñanza tradicional hasta los que propugnan abiertamente el abandono de la doctrina sobre el pe­ cado original, tenida por la Iglesia durante 15 siglos como un «dogma» funda­ mental. En este capítulo exponemos los más destacables intentos de formulación del dogma del pecado original, aparecidos en la década de los sesenta, 1961-1970. La brevedad con que, forzosamente, hemos de exponer los di

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