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3 1 6 ANGEL RODENAS 3. Pienso, sin embargo, que la dificultad puede resolverse de otra forma más sencilla, a saber, dando a la partícula ¡ii' xco? no el valor de conjunción que sigue a un verbo de temor (sobreentendido en este caso), sino el de introductora de una oración final («para que no»). Ante todo, hay que re­ conocer como gramaticalmente posible que \>'r¡ reo; introduzca una oración con la idea de temor o miedo. De los diez casos que aparece la conjunción en las cartas paulinas en tres de ellos el sentido es bien claro por usarse detrás del verbo cpojkíoflui. Así en la misma carta a los gálatas: «me ha­ céis temer (cpci¡JoO|Am) que mis fatigas por vosotros hayan sido inútiles» (4, 11). Cf. asimismo 2 Cor 11, 3; 12, 20. En otros casos no aparece explícita­ mente el verbo, pero puede sobreentenderse. Así por ejemplo en 1 Cor 9, 27 y 1 Tes 3, 5. Según esto en Gal 2, 2 la subordinada que empieza con ~(o; podría tener el mismo sentido: «por temor a estar corriendo o haber corrido en vano». Esta es la solución que prefiere, entre los modernos, Schlier: «Parece acertado, como se ha dicho frecuentemente, que ¡ir¡ xooq expresa 'el sentimiento de preocupación existente y que es el que mueve a actuar’ . Se emplean entonces modos y tiempos como si siguieran a tpo^oüfiat, es decir, se emplea en subjuntivo, mientras que sSpauov va en in­ dicativo, porque el haber corrido en cuanto hecho del pasado no depende ya de la voluntad del que está preocupado. Lo que Pablo quiere decir es, pues, que ha expuesto el evangelio de los gentiles a la iglesia de Jerusalén, es decir, a los apóstoles con el temor de 'correr’ o de 'haber corrido en vano» 16. Mas aunque gramaticalmente posible, rechazo esta solución porque me parece no estar de acuerdo con la convicción firme que nutría Pablo de ha­ llarse en posesión del auténtico evangelio de Jesucristo. El apóstol no parece lógico que pudiera razonablemente sentirse atemorizado ante la posibili­ dad de haber actuado en falso al proclamar el evangelio ante los gentiles. Por eso, descartando igualmente la solución — defendida, entre otros muchos, por Lagrange— de tratarse de una pregunta indirecta, uso que no parece encontrarse ilustrado en San Pablo, me inclino por el sentido final («para que no») de ¡J-V¡ ” m ;. Ante todo semejante valor de ¡J-V¡ " o >; sí está ates­ tiguado en las cartas de Pablo. El apóstol lo emplea claramente en 2 Cor 9, 4: «para que, como dije, estéis preparados; no sea que, al venir con­ migo los macedonios y encontraros desprevenidos, nos cubriéramos de ver­ güenza...». Es verdad que, tanto Schlier como Lagrange, consideran del otros tantos indicios de que el apóstol experimentaba con respecto a los judaizantes algo más que indignación y enojo; se sentía sin duda también seriamente preocupado por el influjo que podían ejercer sobre sus fieles, hasta el punto de desviarlos de la verdad del evangelio (cf. Gal 2 , 14). 16. La carta a los gálatas, trad. S. Talavero, Salamanca 1975, 82.

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