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EL COLOQUIO PRIVADO DE PABLO. 315 sultado baldío. O dicho de otra forma: parece que, supuesta la seguridad que tenía Pablo de que su evangelio era auténtico (cf. Gal 1, 8. 9. 11.12; 2. 5. 14), hay demasiada desproporción entre el temor que se atribuiría a Pablo y la causa que lo hubiera provocado, es decir, los judaizantes, que dan la impresión de no preocupar demasiado ai apóstol. A esta objeción se puede responder desde dos puntos de vista. El prime­ ro es precisamente aquél en que se sitúa la dificultad, es decir, la suposición de que Pablo abrigara verdadero temor — en mayor o menor grado— cuan­ do expone su evangelio ante los notables, de «correr o haber corrido en vano» 14. En el supuesto de que («j deba entenderse «por temor a», no parece que cambien demasiado las cosas si el temor lo referimos a la posi­ bilidad de que Pablo no recibiera la aprobación por parte de los notables o a la de que los judaizantes rechazasen su evangelio. Comenzando por el se­ gundo caso cabría decir que el apóstol exagera probablemente el efecto que hubiera tenido la exposición de su evangelio delante de toda la asamblea cristiana de Jerusalén. Pero la exageración debería admitirse igualmente en el caso de referirse a la actitud que podían adoptar los notables ante el evan­ gelio de Pablo; ya que el apóstol — dado que estaba tan convencido de la autenticidad de su mensaje— no debía temer seriamente, cuando se decidió a exponerlo ante los notables de la iglesia de Jerusalén, que «corriera o hu­ biese corrido en vano». El estilo nervioso y apasionado de la carta explica perfectamente esta manera de hablar, no exenta de hipérbole. Parafrasean­ do el texto, el apóstol vendría a decir algo así: «expuse mi evangelio aparte a los notables, porque, si lo hubiera hecho en público, era tal la hostilidad de los judaizantes contra mí (cf. el duro calificativo que les aplica en el v. 4), ¡qué llegué a temer incluso que mis afanes presentes y pasados en la proclamación del evangelio pudieran quedar esterilizados! ». Por otra parte no creo que de los escritos de Pablo pueda deducirse que le preocupaban poco los judaizantes. Más bien debe afirmarse lo con­ trario. El lenguaje incisivo y nervioso que emplea el apóstol cuando habla de ellos es un indicio elocuente del malestar que experimentaba, a causa de los obstáculos que ponían en su camino y las asechanzas que tendían a su actividad misionera 15. 14. El verbo 'pÉ^cu, en sentido figurado de «realización esforzada y costosa de la vida de fe y de actividad de la misma vida de fe», lo usa Pablo en Rom 9, 6 ; 1 Cor 9, 24.26; Gal 2, 2; 5, 7; FIp 2 , 16; 2 Tes 3, 1. La imagen que sirve de referencia es la de las carreras en el estadio, muy del gusto de Pablo. Aunque el apóstol es el único escritor del NT que emplea xpéym en sentido metafórico, semejante uso aparece ya en el griego clásico. 15. Así parece desprenderse de la lectura atenta de nuestra carta. Su estilo incisivo y polémico, el apostrofe lanzado a los cristianos que están tentados de volver atrás y aceptar la circuncisión que quieren imponerles los judaizantes, la circunstancia tantas ve­ ces notada por los exegetas de que, a continuación del solemne saludo, interpele Pablo sin más severamente a sus lectores, omitiendo la normal acción de gracias, etc., son

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