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3 14 ANGEL RODENAS fin de obtener la legitimación de su evangelio. Sin embargo no parece que fuese esta la situación de Pablo con relación a los jefes de la comunidad de jerusalén. Tal vez pueda servir de apoyo indirecto a mi tesis el hecho de que al­ gunas traducciones modernas, que siguen por supuesto la solución tradicio­ nal, se ven obligadas a efectuar una transposición de frases con respecto al original griego, para dar claridad a la versión; lo que puede equivaler a un reconocimiento tácito de que, en caso de traducir Gal 2, 2 «ad verbum», esto es, manteniendo en la versión el orden de vocablos que se da en el texto original, no resulta tan evidente la explicación clásica. El texto paulino dice así: otvá¡Í7¡v âè xaxà ¿roxáXu<j>iv* xai áve0sjx7jv aùxotç xó eùaffsXiov ô xr¡púaaoj èv xoîç íOvsatv, xax'íSíav oi xotq Soxoùsiv, ¡j.y¡ tojdç eiç xsvóv tos '/ oj r¡ 13pajiov. Una traducción que conserva prácticamente el orden del texto griego es, por ejemplo, la Bible de Jérusalem: «J’y montai à la suite d’une révélation; et je leur exposai l’Évangile que je prêche parmi les païens — mais séparé­ ment aux notables, de peur de courir ou d’avoir couru pour rien». Sin em­ bargo en la New English Bible se lee: «I laid before them — but at a private interview with the men of repute— the gospel which I am accustomed to preach to the Gentiles, to make sure that the race I had run, and was run- ning, should not be run in vain». Es muy posible que esta traducción re­ fleje fielmente el texto paulino, no lo niego; pero sería igualmente correcta y desde luego más segura, si el orden de frases en el texto original fuera el siguiente: xai «vs 0 i¡i 7 |V aôxo'tç, xax'iSíav 8è tgîç SoxoOotv, xô EÙafféhw... Il! Luego si el traductor inglés ha buscado una mayor claridad mediante la transposición de frases, esto parece insinuar que, manteniendo el orden del texto griego, no es tan claro, ni mucho menos, que el versículo haya de entenderse como se ha hecho tradicionalmente. 2. Alguien podría objetar tal vez: no parece verosímil que Pablo temiera a los judaizantes hasta el punto de creer que, si estos desautorizaban su pre­ dicación misionera, todo su trabajo — el pasado y el presente— hubiera re- católica con los reformadores. Como representante clásico de esta tendencia puede citarse Cornelio a Lapide: «Nota testimonium hoc» — se refiere al testimonio en favor de la autenticidad doctrinal del evangelio que se proclama— «non pertinere ad laicos, sed ad Petrum et Apostolos, id est ad Romanuin Pontificem et Episcopos, Apostolorum succes- sores, sive seorsim, sive in commun! eorum Concilio: hoc enim suae et doctrinae et apos- tolatus testimonium petiit Paulus ab Hierosolymitano Concilio, in quo judices erant Apostoli, Petrus quasi praeses praeloquebatur et sententiam dictabat...» (Commentaria in epist. ad Galotas, 527). Conviene advertir, sin embargo, que Cornelio a Lapide no ad­ mite que Pablo dudase de la verdad de su evangelio. Si. no obstante su seguridad, quiso exponer su evangelio ante los notables, lo hizo «non propter se, sed propter alios ad Christi fidem conversos, apud quos a pseudoapostolis judaizantibus diffamatus erat Pau­ lus...» (Ib.). Esta solución la han adoptado después muchos exegetas. 13. Ofrecen la misma estructura al traducir el versículo la versión alemana de K. R osch , Das Nene Testament, Paderborn 1946, y las españolas de A.F.E.B.E. (Segovia- Madrid 1960) y C antera -I glesias (Madrid 1975), entre otras.

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