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EL COLOQUIO PRIVADO DE PABLO. 3 2 5 ción de los más representativos de la comunidad ante la relación de Pablo. Mientras que los judaizantes pretendían imponerle el yugo de la ley, los notables, los que representaban algo, no añadieron nada al evangelio de Pablo (2, 6 ) 32. En esta hipótesis resulta más lógica la oposición entre el v. 5 y el v. 6, al tener ambos alcance general, lo que no sucedería si el v. 5 hubiera que referirlo concretamente a la cuestión de Tito. La culminación de todo el relato es el recuerdo del gesto de comunión realizado por «las columnas de la Iglesia» — Santiago, Cefas y Juan— con Pablo y Bernabé: «nos dieron la mano en señal de solidaridad (xoivoivía?), de acuerdo en que nosotros nos dedicáramos a los paganos y ellos a los judíos» (Gal 2, 9). Es evidente la satisfacción de Pablo ante este aconteci­ miento, que supuso la ratificación de la unidad entre las dos iglesias, que el apóstol llevaba muy dentro como preocupación primordial de toda su ac­ tividad evangelizadora. 11. No quiero concluir, sin embargo, antes de proponer alguna posible objeción a mi hipótesis, junto con la respuesta que juzgo adecuada. Si el v. 4 completa, en efecto, el sentido gramatical del v. 2, ¿por qué no situó Pablo el paréntesis (que supongo en el v. 3) después del v. 4, es decir, al terminar el período? ¿No quedaría así más claro su sentido? ¿No resulta forzado hablar de «paréntesis» en el caso del v. 3? A esto debo responder, en primer lugar, que entraba dentro de lo posible la colocación del parén­ tesis después del v. 4, aunque en ese caso no tendría seguramente la misma construcción gramatical, y debería modificarse asimismo el v. 5. Pero, de­ jando a un lado el hecho no despreciable de que Pablo también en otras ocasiones coloca incisos o paréntesis en lugares en los que no se esperaría33, creo que la razón de que en este caso figure el paréntesis en el sitio que ocu­ pa obedece justamente a la intención de Pablo de demostrar a los gálatas que la no imposición de la circuncisión a Tito por parte de los notables era una muestra concreta y significativa de cómo «no corría ni había corrido en vano», cuando tomó la decisión de exponerles su evangelio en una reunión privada. Así, pues, la relación entre los versículos 2 y 3 aparece clara, si reparamos en que la oración que empieza por (iií woc (v. 2) mira al futuro inmediato con respecto a la decisión paulina de exponer su evangelio ante 32. Esto parece confirmar lo que dije al principio (cf. nota 1) a propósito de la alusión de Pablo a «los notables» de la Iglesia. La repetición de la fórmula en vez de tener sentido despectivo o irónico encerraría un matiz de particular estima y aprecio Como si dijera Pablo a sus lectores: «los más representativos — fijaos bien, los más re­ presentativos, que son los que de verdad me importaban— no tuvieron nada que aña­ dirme...». 33. Por citar un solo ejemplo, tal me parece que es el caso de 2 Cor 10 , 1-2, que traducido palabra por palabra diría así: «Yo mismo, Pablo, os ruego por la mansedum­ bre y benignidad de Cristo (el que —es decir, Pablo— cara a cara soy tímido ante vos­ otros, pero cuando estoy ausente soy audaz contra vosotros), os pido que, cuando est“ presente, no tenga que ser audaz...».

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