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LOS HERMANOS MENORES CAPUCHINOS. 279 como el del confesonario. No negamos se tenga algo de razón, cuando se cri­ tica y cuestiona el ministerio del confesonario. Juzgamos la labor del confe­ sonario y dirección espiritual altamente eficaz, pero siempre que se ejerza con nueva mentalidad teológica, conforme a unas técnicas pastorales más actuales y con un gran espíritu sacerdotal. Al igual que el trabajo del con­ fesonario, como servicio eclesial en beneficio de las almas mal retribuido, quedan la catequesis y la evangelización, que suelen ser actos de atención a grupos de catecumenado o de cristianos comprometidos. La predicación popular y de fiestas patronales ha desaparecido prácticamente; los ejercicios espirituales han quedado en manos de grupos especializados. Los religiosos han encontrado en la aceptación de la cura parroquial un apostolado y, por ahora, un medio seguro de subvenir a sus necesidades ma­ teriales. Las parroquias, la enseñanza o el trabajo burocrático o de cualquier categoría, asalariado, son los medios de trabajo que dan cierta seguridad económica a la vida de los religiosos. 1.2. Los religiosos y la parroquia Hace muy pocos meses se celebraba en Madrid una semana para estudiar el tema que encabeza este apartado. Todavía no conocemos los resultados de aquel encuentro 17. El tema no es ya nuevo. Por la enorme actualidad y por el interés que reviste para nuestro trabajo vamos a dedicarle unas breves consideraciones. Y adviértase que en estos momentos no nos referimos al tema de la cura parroquial. Los religiosos, de una o de otra forma, han to­ mado parte activa en el apostolado parroquial, pero la teología, incluso de la vida religiosa, ha prestado poca atención a esta labor de las Ordenes y Congregaciones religiosas. Unicamente algunos documentos procedentes de la Santa Sede, propios de las últimas décadas, nos ofrecen constantemente descripciones del apostolado de los religiosos, su heroísmo, su campo de acción y sus métodos 18. Como punto de partida de esta cooperación pastoral deberíamos consi­ derar la integración de todos en el misterio de la Iglesia. Los religiosos no tienen un lugar especial en las estructuras; forman un grupo carismático en la Iglesia, gozando en ella tanto de un carisma personal como de una inspiración colectiva. Pueden, en una gran libertad de espíritu, aportar un remedio al peligro de rigidez que constantemente amenaza a las estructuras y administración. Bastaría considerar la presencia de los religiosos en una 17. Se han publicado algunas breves notas: J. M ateo s , Jornadas sobre las parro­ quias de los religiosos, en Ecclesia núm. 1.812, 6 de noviembre de 1976, 1.550 y Los re­ ligiosos en el apostolado parroquial, entrevista, en Vida Religiosa, Boletín Informativo 41 (1976) 399-404; V. Cinco, Los religiosos y laparroquia, en Verdad y Vida 34 (1976) 499-510. 18. Cfr. Les institutes de la vie parfaite, en la colección «Les Enseignements Ponti- ficaux», presentado por los monjes de Solesmes, Tournai 1962, 59-63.

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