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300 SATURNINO ARA de los fondos económicos de instituciones parroquiales, permitirá pagar a esos mismos sacerdotes53, asegurar su futuro, mediante un ingreso en la seguridad social, y construir los templos. Tenemos con la socialización de recursos económicos un ejemplo bien actual de comunicación cristiana de bienes, signo de verdadera corresponsabilidad 54. La comunicación de bienes espirituales es una consecuencia y una exigencia de nuestra incorporación al Cuerpo de Cristo. La comunicación de bienes materiales, es la auténtica piedra de toque, el verdadero test para saber si la corresponsabilidad pasto­ ral y la comunión espiritual no son una realidad utópica, abstracta, dema­ gógica y de escaparateS5. Un primer paso de la Iglesia española en la comunicación cristiana de bienes, a nivel personal e institucional, entre el clero secular, y que podría­ mos calificar como socialización, ha sido la creación de las Cajas de Com­ pensación y de Jubilación y Secretariado de Templos. 4.2. La actualidad de los religiosos ante la comunicación de bienes «La profunda y rápida trasformación de la vida exige con suma urgen­ cia que no haya nadie que, por despreocupación frente a la realidad o por pura inercia, se conforme con una ética meramente individualista. El deber de justicia y caridad se cumple cada vez más contribuyendo cada uno al bien común según la propia capacidad y la necesidad ajena, promoviendo y ayu­ dando a las instituciones, así públicas como privadas que sirven para me­ jorar las condiciones de la vida del hombre. Hay quienes profesan amplias y generosas opiniones, pero en realidad viven siempre como si nunca tuvie­ ran cuidado de las necesidades ajenas»36. La cita del Vaticano II con la que encabezamos este apartado nos lleva a empalmar con otra no menos importante que, refiriéndose a los Institutos religiosos, dice: «Los Institutos mismos, teniendo en cuenta las circunstan­ cias de cada lugar, esfuércense en dar testimonio de pobreza y contribuyan de buen grado con sus propios bienes a otras necesidades de la Iglesia y el 53. «El sacerdote que para vivir no depende de una caja diocesana sino de la bue­ na voluntad de su comunidad, la mayoría de veces, recibirá una retribución más elevada, pero ¿esto no será pagar como precio su libertad?» (E. P in , en ¿Hay un mañana para el sacerdote?, 79 ss., dónde se presenta una síntesis de las ventajas y desventajas de dis­ tintas soluciones). No entramos en el supuesto de las retribuciones provenientes de la dotación del presupuesto del Estado, caso de Bélgica, Italia, España e Hispanoamé­ rica. Véase las diversas formas de conseguir la financiación del clero en V. F errando , Corresponsabilidad 3 ’ vida económica, en Parroquia urbana, presente y futuro, 259. 54. Ib., 264. 55. Ib., 266. Escribe Pablo en 1 Tim 5, 17: «Los presbíteros que desempeñan airo­ samente su cargo, sean dignos de doble remuneración, sobre todo los que se afanan en la predicación y en la enseñanza». 56. Gaudium el spes, 30. Véase también 69.

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