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282 SATURNINO ARA 2.1. La validez de la institución parroquial «unidad pastoral» Los escritos sobre k parroquia son abundantes u. Es lugar de crítica la institución parroquial, porque es, al mismo tiempo, lugar de atracción de muchos pastoralistas empeñados en su trasformación y acomodación. En la Iglesia cambian muchas cosas y no se puede ser indiferente al hecho de que instituciones básicas y fundamentales como la parroquia no se trasformen bajo la influencia de los mismos elementos. Se oye con frecuencia que lo que vale la pena salvar no es la parroquia sino la vida cristiana. La afirma­ ción es verdadera. Todos somos testigos de los esfuerzos que se derrochan y de los nuevos métodos que se experimentan para dar con el método eficaz de salvar y vigorizar la vida cristiana. Pero de una forma u otra todos esos esfuerzos y caminos terminan en la institución parroquial. La parroquia, quiérase o no, es aún el lugar en que se celebra el culto23, es el templo o casa a la que los fieles se dirigen para los grandes actos de la vida cristiana. Antes de ser una comunidad es un templo. Pero es también comunidad de personas, a su modo. De todos es conocido el funcionamiento de las parroquias cuya composición está definida por el rito y la existencia de las parroquias personales, como la universitaria, con sus riesgos de des­ garre de la iglesia en «sectas» 2Ó. Muchos no valoran que el elemento prin­ cipal diferenciador de la parroquia es el comunitario. Pero precisamente este elemento es el que más en discusión está por efectos del fenómeno urbanís­ tico que agrupa en torno al templo parroquial hombres de toda proceden­ cia 27 y sin relaciones interpersonales entre sí. El único aglutinante en las grandes zonas urbanas y zonas turísticas a la hora de acercarse al templo es la necesidad de vivir y evidenciar cultualmente la conciencia de ser Pue­ blo de Dios. Se vive una misma ideología religiosa, pero sin esa especifici­ 24. Citamos algunos autores más modernos en lengua castellana que no aparecen citados a través de nuestro trabajo: A . A b r u y , La acción misionera y la parroquia, Va­ lencia 1968; P. B a il l y , El párroco y su parroquia, Andorra 1962; F . B a rb e r e n a , Lapa­ rroquia diocesana regida por religiosos, Madrid 1974; G. C o x c e t t i , La parroquia del Vaticano II, Madrid Í969; R. D u o s c a s t e l l a , Cómo estudiar una parroquia, Barcelona 1965; C . F l o r is t á n , Parroquia y comunidad eucaristica, Madrid 1961; J. L . L a r r a b e , Las nuevas parroquias, Madrid 1969; La parroquia a examen, Oficina General de So­ ciología y Estadística de la 'Iglesia, Madrid 1972; Pastord de los margata tos, Inst. Cat., Ciencias Sociales, Barcelona 1967, etc. 25. La afirmación no se opone a que uno de los signos que caracterizará la Iglesia misionera sea «tomar la resolución de construir la comunidad cristiana antes que la iglesia de piedras y ladrillos, incluso si esto obliga a tener la celebración eucaristica en las casas o en un barracón provisional»: D. B arbe , En el futuro, las comunidades de base, Madrid 1974, 69. 26. Parroquia urbana, presente y futuro, Madrid 1975, 32. 27. Esto sucede, sobre todo en las grandes zonas turísticas, donde los sacerdotes religiosos podrían ejercer un buen apostolado, ayudados por Hermanos originarios de los países de donde proceden los turistas.

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