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E L PECADO ORIGINAL. 2 7 1 crece de generación en generación con nuevas aportaciones y se trasforma en «pecado del mundo» ( Dubarle, Renkens). En la misma dirección marcha la insistencia en la «personalidad corpo rativa» (De Fruine) según la cual el responsable de la mísera situación hu mana es Adán y todo su linaje; porque nada hace el padre que no hagan también los descendientes y a la inversa. Al interpretar la obra de Adán en Rm 5, 12-21 se reactualiza por los exegetas la interpretación de los Padres griegos que unen a la responsabi lidad de Adán la responsabilidad de los otros, «pues todos pecaron». Di ríamos, en breve, que la llamada "teología de Adán” pierde buena parte de su importancia, prestigio y esplendor tradicional. Siguen muchos teólogos mantenidendo el pecado original como un «dog ma», pero, ya no tan básico : Pablo habla de él en orden a y subordinado al dogma de la Redención, según el cual hay que valorar la importancia del prime ro. Por otra parte, innumerables textos de la Biblia y Pablo insisten en el hecho de la universal y honda pecaminosidad de todo ser humano antes de que le llegue la gracia de Cristo; pero serían menos explícitos sobre ésta forma concreta, individualizada, de pecaminosidad que llamamos pecado original-, pecado que es muerte del alma, que está como propio en cada uno y que le pondría en estado de «separación» perfecta de Dios antes de cualquier deci sión de la libre voluntad humana. Afirmación ésta que sólo fue propuesta más tarde, cuando pareció necesario hacerlo para defender la necesidad uni versal y absoluta de la Gracia. (Continuará) A l e j a n d r o d e V i l l a l m o n t e
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