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268 ALEJANDRO DE VXLLALMONTE especialmente en el v. 19. Sin embargo, el sentido que el original griego da al "ef’ó” - "puesto que, porque todos pecaron”, se va imponiendo, casi sin excepción, entre traductores y comentaristas. En este caso Adán ya no sería el único responsable de la situación pecadora de la humanidad, sino que la muerte-pecado avanzan, también, «porque todos han pecado» con sus pecados personales. Ahora bien, si, para que el tirano «Pecado-Muerte» domine sobre los hombres, se requiere la colaboración de cada pecador individualmente pres­ tada, entonces: a) ya no sería sólo Adán quien constituye pecadores a los hombres; b) los niños, al no tener libre albedrío, no podrían colaborar y por tanto no sabemos cómo entran y si entran ellos en el dominio del Pecado. Y ya se sabe que, según la tradición, los niños recién nacidos constituirían el caso «paradigmático» de lo que es "estar-en-pecado original”. Cierto, la presencia o no del «pecado original» en Rm 5, 12-21, no hay que hacerla depender, exclusivamente, del v. 12 , ni del significado de «pe- caron-hémarton». Hay que leer todos los vv. siguientes y, especialmente, el v. 19, donde —a juicio de varios comentaristas— estaría más nítida aun la causalidad de Adán. Sin embargo, incluso aquí, aunque muchos «resul­ taron» pecadores por culpa de Adán, como muchos «resultaron» justos por acción de Cristo, no hay que poner al mismo nivel el realismo de la acción de Cristo con la acción de Adán. La acción de Cristo es mucho más eficaz, honda y completa para la Vida que lo fuera la de Adán para la Muerte. Pe­ ro, tampoco aquí precisa Pablo en qué consiste el exceso propio de Cristo, frente al déficit o menor eficacia de la obra de Adán. Caben matizaciones que Pablo no hace. No era fácil responder a la pregunta de si Pablo enseña en Rm 5, 12-21 la doctrina del "pecado original”. Parece cierto que Pablo se interesa aquí, primeramente y, ante todo, por Cristo y por la eficacia de su obra salvadora. En referencia a ella recuerda la universal, profunda e insuperable pecami- nosidad humana, de la que ya antes había hablado con gran dramatismo. Sobre este fondo de Muerte llega la Vida; pero Pablo no se interesa por determinar el origen de tal situación de pecado-muerte. La pone en relación con Adán, siguiendo una tradición doctrinal veterotestamentaria y rabínica; si bien esta referencia sería una mera ilustración del tema principal. Por tanto, una enseñanza directa, explícita y terminante sobre el "pecado original” no habría que buscarla en Rm 5, 12-21. Aunque es seguro que la doctrina tra­ dicional encuentra aquí una base objetiva y sólida, un comienzo verdadero. Podría decirse que tal enseñanza se encuentra en forma implícita y virtual. En la virtualidad de estas afirmaciones: a) Universal necesidad de la gracia de Cristo. b) Universal y honda pecaminosidad de los hombres,

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