PS_NyG_1977v024n002p0195_0271

260 ALEJANDRO DE VILLALMONTE la historia llevan el impacto de la historia poslapsaria de la humanidad, es decir, la iniciaada a consecuencia del pecado originario. En una palabra, toda la actual historia y economía de salvación gira, como sobre un gozne, sobre esta verdad de la caída originaria de Adán, que liquidó la primera economía paradisíaca e instauró otra nueva fundada en Cristo. Ya a lo largo de nuestro estudio hemos encontrado repercusiones y com­ plicaciones de la creencia en el pecado original con otras verdades de la fe, especialmente con el tema básico de la unidad del género humano sujeto único de la actual historia de salvación. La teología de este período tiene interés también en resaltar este puesto importante del pecado original den­ tro de la analogía y contexto general de las verdades reveladas. Así I. H. Dalmais afirma que «la cuestión de la justicia original es uno de los grandes ejes de la teología. Según se considera el estado primitivo del hombre de una manera o de otra así serán todos los problemas que hoy se agitan sobre la gracia, sobre las misiones divinas, sobre el pecado, sobre el hombre, sobre la salud en Cristo, sobre los sacramentos, sobre la institución matrimonial» M. B. Piault subraya, de forma especial, la relación del tema del pecado original con la ordenación del hombre al fin sobrenatural y la distinción entre naturale­ za y gracia. Igualmente, tema tan importante como el origen y sentido de la permisión del mal en el mundo, encuentra la solución en la doctrina de los dos Adanes, iniciada por Pablo en Rm 5, 12-21. Recoge, por último, la idea de Ireneo: Dios permite el pecado del hombre porque su caída iba a ser compensada por la acción del futuro Salvador 8S. Ai. Ai. Labourdette dedica una reflexión detenida al tema de «el pecado original en la economía de salvación». El pecado original entra en un plan querido por Dios. Acontece entre dos economías: destruye la primera fun­ dada en Adán y condiciona la aparición y realización de la segunda funda­ mentada sobre Cristo. La teología tradicional aludía a este hecho en la cues­ tión del «Cur Deus Homo». El pecado original es inseparable de la econo­ mía redentora. El dogma de la redención cambia de sentido según se admita o niegue el pecado original. No obstante el hondo corte dado por la caída origi­ naria, hay una básica continuidad en el plano divino de salvación. La encar­ nación tiene su preparación, no viene caída del cielo sin contexto en la his­ toria profana y religiosa de la humanidad; es preparada (si quiera sea en forma dialéctica) por el acontecimiento del pecado original: O necessarium Adae peccatum ! . . . 86. 84. En A. M. H enry , Iniciación Teológica, I, 619. Ver 606-20. 85. B. P iau lt , La création el le pécbé originel : El problema del mal en la obra de Dios y los dos Adanes, 315-23. 86 . M.-M. L abourdette , Le pécbé originel: «Pecado original en la economía de la salvación», 183-97.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz