PS_NyG_1977v024n002p0195_0271

E L PECADO ORIGINAL. 259 seca. G. Biffi piensa haber encontrado un mejor modo de proponer el pro­ blema y de resolverlo. La única forma plausible de proponer el problema, para evitar trabajar con hipótesis, sería ésta: ¿Podía el hombre ser creado, al principio, en las mismas condiciones en que ahora se encuentra (se re­ fiere a la imposibilidad de observar, largo tiempo, la ley natural) si no tu­ viese a su disposición el auxilio de la gracia? No, responde el autor. «Por­ que no es pensable que, sin un pecado precedente, el hombre, que de suyo es una creatura libre y por ello dueña de su destino propio, pueda ser colo­ cado (por el Creador) en situación de incapacidad constitutiva para obser­ var, a largo plazo, toda la ley natural» 8J. Eso equivaldría a hacer fatal el pecado, quitando toda responsabilidad y libertad interior, o dejándola en puras palabras. Por eso, la herida sufrida por el hombre al pecar Adán es interna a su naturaleza. F.— El dogma del pecado original en la actual historia de salvación. La historia del dogma del pecado original nos demuestra que esta verdad ha sido profesada y propuesta en la Iglesia siempre en complicación con otras verdades fundamentales de la fe. Así, el dogma del pecado original está en evidente dependencia del concepto cristiano de Dios, de su justicia, mi­ sericordia y de su plan de salvación sobre la humanidad. También la Cris- tología es afectada por la problemática del pecado original, ya que durante siglos y hasta nuestros días se discutió en teología sobre la caída originaria como posible motivo o razón de ser de la encarnación del Verbo. Más ex­ presamente la Soteriología, pues la misión redentora de Cristo se hacía de­ pender en todo o en parte del hecho del pecado original y de la consecuen­ te catástrofe espiritual por él provocada en la humanidad. El dogma de la inmaculada concepción de María y, en torno, a él otras importantes verda­ des mariológicas, encontraron en la creencia en el pecado original un obstáculo insuperable durante siglos. Es obvio en Agustín y su polémica antipelagiana, que la cuestión del pecado original surgió como subsidiaria al problema de la necesidad, universalidad y naturaleza de la gracia. Más evidente y variada es la relación del tema del pecado original con la concepción cristiana del hombre, con la antropología teológica, la que se apoya en la Palabra de Dios; incluso aunque no se llegue a hacer de la peca- minosidad humana la categoría teológica fundamental, según proponen cier­ tos teólogos protestantes. La teología del bautismo, varios aspectos im­ portantes de la Eclesiología, la moral y ascética cristiana han estado secu­ larmente influidos por determinadas afirmaciones de la teología del pecado original. La filosofía de los pensadores cristianos, la filosofía y teología de 83. G. B if f i , Tanquamspoliatus anudo, 176. Ver 161-76.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz