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244 ALEJANDRO DE VILLALMONTE que oscila entre el individuo concreto y el pueblo sufriente; el "Yo” de los salmos, en quien habla unas veces el piadoso israelita bien personalizado y otras es el pueblo entero quien suplica al Señor. Pasando al N.T. nos en­ contramos con Cristo y su Pueblo, su Iglesia, su Cuerpo, cuya realidad y propiedades se intercambian tantas veces en el lenguaje de Pablo y de la teología 40. En este amplio contexto ideológico y cultural estamos preparados para percibir mejor la aplicación concreta de «personalidad corporativa» a Adán y a su descendencia de pecadores. Comencemos por señalar que, para la con­ cepción israelita, el antepasado era uno con sus descendientes. Ciertamente, se presupone la ligazón biológica, pero también bastaba la relación estable­ cida por motivos políticos, históricos y, sobre todo, por razones religiosas y cultuales. En la misma línea hay que interpretar palabras como «raza-estir­ pe», que tienen el significado normal de dependencia biológica; pero que también expresan la relación de unidad fundada en factores morales. La pa­ labra «hijo» se refiere a la generación biológica; pero también, y más es­ pecialmente, al «heredero» legal e incluso «espiritual». Quiere esto decir que la unidad del «pueblo» y del género humano en la Biblia presupone la unidad biológica; pero que viene determinada, sobretodo, desde un punto de vista religioso y cultual: La unidad de los hombres en la elección, voca­ ción, destino de alabanza al Dios verdadero 41. Respecto a la palabra «adán» es conocido el hecho de que más corriente­ mente designa al «hombre-humanidad» y menos veces a un individuo con­ creto. De todas formas en Rm 5, 12-21, texto clave en el problema del in­ flujo de "Adán” sobre la humanidad, éste tiene sentido individual, pero sin olvidar el sentido colectivo. Por ello De Fraine cree que la clave para inter­ pretar la relación Adán-género humano en este pasaje, es el recurso a la idea de la «personalidad corporativa». El pecado de Uno pudo condenar a muer­ te a todos, porque aquél era representante corporativo y todos debían tomar parte en su condena. No es que lo hereden, propiamente, es que lo comete ya cuando el padre primero peca. El individuo-Adán, hace pecador al «Adán- hombre», a la humanidad concebida como expansión del primer pecador, como «su clan». La idea de «personalidad corporativa» permite esta trasfe- rencia de situación y de comportamiento desde el Adán individual al Adán colectivo. «Es posible hablar de una concentración, de una anticipación de la humanidad entera en el primer pecador» (Rom 5, 19). «Cuando la cabeza- Adán peca, el grupo (el Adán colectivo) entra en situación de pecado. Lo que suceda a la cabeza del grupo se trasmite ipso facto al cuerpo que de él 40. L. c. se estudian estas figuras representativas-corporativas. Ib., 180-270. Resu­ men en Adamund seine Nachkommen, 82-5. 41. Sobre Adán «persona corporativa», l. c., 146-79, 312 ss. Cfr. nota 39.

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