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E L PECADO ORIGINAL. 199 de Adán no tiene por qué ser tan extraordinaria como creen los teólogos. Otros detalles expresarían la idea general de la situación mejor del hombre en relación a Dios y el deterioro de las relaciones del hombre con el mundo, la sociedad, D ios mismo, como consecuencia del pecado del propio hombre6. Otra idea en la que con gusto insiste Dubarle es la que llamaríamos con­ cepción dinámica de la caída originaria. Esta no permanece aislada, única, sino que hay que verla como el comienzo de una serie de pecados que llenan la historia primitiva, los capítulos 3-11 del Génesis y aun la historia entera de la humanidad. En Gén 3, comienza la historia ininterrumpida de los pe­ cados de los hombres. Pero, también la historia de la misericordia de Dios, la historia de salvación. Es indispensable ver la narración del pecado como una especie de presupuesto y como ambientación de lo principal: la historia de Salvación que Dios quiere inaugurar en el mundo ya inmediatamente después de la primera caída. E l relato del pecado viene narrado en una pers­ pectiva de salvación, y — sólo en ella— se hace comprensible para el cre­ yente. A sí Gén 3 anticiparía la perspectiva en la que Pablo revela a la hu­ manidad la existencia del «pecado o rig inal»7. Por lo que se refiere al pecado original estrictamente dicho, «aquél en que todos nacemos heredado de nuestros primeros padres», Dubarle confir­ ma la opinión ya corriente en la época: Gén 3 no hablaría de pecado origi­ nal originado, de un pecado que desde Adán se heredase por los descendien­ tes, constituyéndoles internamente pecadores. Los hijos de Adán sufren las consecuencias del pecado-, pero no son pecadores por acción del padre. La verdad que Pablo proclama en Rm 5, 12-21 sólo inicialmente y como en ger­ men podría descubrirse en Gén 3 8. Los otros libros del A .T . desconocen la narración de Gén 3, hasta llegar a los sapienciales más tardíos. Estos sí conocen a Gén 3 y la caída originante de los males que hay en el mundo; pero no perciben la doctrina del pecado original propiamente dicho. N i subrayan los efectos del primer pecado en el terreno religioso y moral. Más bien insisten en la libertad y poder que el hombre tiene para el bien. Habrá que esperar, pues, al N .T . para que la idea iniciada en Gén 3 se desarrolle y aparezca el concepto claro de " pecado original ” 9. A l final de la década, en 1960, aparece la obra de H. Renckens ' Creación, paraíso y pecado original” . En ella la búsqueda de nueva interpretación se abre ya camino con evidente decisión. Recogemos algunas ideas. 6 . Ib., 63-70. 7. Ib., 70-74. 8 . Ib., 62-70, 122, 146 ss. 9. Ib., 75-103. Comenta Prov 7, 29; Eclo 25, 24; Sab 10, 1-2,

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