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E L PECADO ORIGINAL. 243 Se trata de una forma de pensar que llena toda la Biblia; no como si la forma colectivista sucediese a la individualista, sino como dos vertientes cons tantes de una forma mental. El grupo o pueblo obra como si fuese un indivi duo y el individuo como si fuese el grupo o pueblo. La comunidad se con densa en un individuo y el individuo se despliega en la comunidad. Nunca hay que ver ambos aspectos como separados, sino que hay en la Biblia un continuo ir y venir desde la comunidad al individuo y desde éste a la comu nidad, completándose, intercambiándose ambas vertientes de la realidad hu mana integral. Por eso se equivocan los autores que quieren ver ambos as pectos como cubriendo etapas históricas sucesivas, independientes y, menos aún, excluyentes. No hay que elegir entre comunidad o individuo, sino ver los compresentes al uno en el otro. Así se comprende, dando un paso más, que una persona concreta —padre de familia, rey, profeta— pueda desem peñar, dentro de la comunidad, un papel tan importante que su acción puede influir en todos los otros miembros de la comunidad. No por efecto de una causalidad externa, sino porque la idea bíblica de «personalidad corporativa» presupone una originaria unidad metafísica: la comunidad forma un todo con cada uno de los miembros y precisamente por eso el individuo puede ser visto como extendiendo su personalidad y marcando su presencia en un tiem po más o menos largo. El individuo y la comunidad, constituyen, en cierto modo, una realidad integral, única, en la que ejercen el uno sobre el otro su influencia alternante. El individuo sólo, quiere representar a la comunidad e influir en ella para bien o para mal. «Con perfecta objetividad podemos decir de la "personalidad corporativa” que ella es la comunidad y que la comu nidad es la persona concreta. En última instancia encontramos aquí la intui ción radical de la metafísica bíblica, su concepción dinámica —nunca está tica— del ser. Por eso el individuo tiende a ser la comunidad y la comuni dad tiende a ser una con su representante» 38. J. De Fraine insiste en distinguir esta idea bíblica de la propugnada por la escuela sociológica francesa en la historia de la cultura y de las religiones (reite rada y subrayada fuertemente por el colectivismo marxista), que propone la so ciedad como la realidad radical y la persona inmersa en ella. La Biblia va a la inversa, habla de la comunidad desde una visión hondamente diferenciada y clara del individuo, desde el cual y a cuya imagen se despliega la comunidad39. Desde esta importante idea bíblica es más fácil comprender sus mani festaciones en diversos momentos importantes de la historia sagrada y los personajes que en ella actúan: la figura del rey salvador, solidario con su pueblo en bendición y maldición; el profeta; la figura del «Siervo de Yahvé» 38. L. c., 310 s. Cfr. ampliación 23-57. 39. L. c., 23-57. Análisis de textos del A.T., 58-145; del N.T., 272-82. Resumen en Adamund seine Nacbkommen, 81 ss.
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