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238 ALEJANDRO DE VILLALMONTE en la persona y por redundancia se extiende a la naturaleza». «El pecado se recibe en la naturaleza y se engendra en virtud de Adán»24. Adán y Cristo son dos principios solidarios de la humanidad, pero en línea distinta: Adán en línea de naturaleza, Cristo en la de la persona. Por eso Cristo no viene a «sustituir» a Adán, sino a restaurar, por otros caminos, lo que aquel perdió para todos2:i. Dando un paso más, García Rodríguez ofrece interesantes reflexiones so­ bre los esclarecimientos mutuos entre el dogma del pecado original y el del cuerpo místico; es decir, de nuestra solidaridad en Adán comparada con nuestra solidaridad en Cristo. Que no sería más que prolongar, mediante re­ flexión teológica, el tema del paralelismo Adán-Cristo iniciado por San Pablo. Pues bien, podemos hablar, en un primer momento, de esclarecimientos que el autor llama objetivos-entitativos-ontológicos: el cuerpo del pecado (solida­ ridad en Adán) provoca el cuerpo místico (alusión al mal llamado «motivo de la encarnación»); «el cuerpo místico venciendo al "cuerpo del pecado” y devolviendo al hombre la primera condición de ordenación a su propio fin y la conexión intrínseca del cuerpo místico con el cuerpo del pecado en cuan­ to a la prehabilitación material y a la ordenación final» 26. Porque, en la pre­ sente economía, añade explicando el último punto, el cuerpo místico con­ nota el cuerpo del pecado al que presupone, en cuanto que la solidaridad adamítica en la naturaleza y en el pecado son base, iniciación y como preha­ bilitación para llegar a la solidaridad en el Cuerpo místico. Y por otra parte, el cuerpo del pecado, en la actual economía, se ordena al Cuerpo místico que le ha de reparar y sustituir. De esta forma podemos esclarecer, al más hondo nivel, el paralelismo entre ambos cuerpos metafóricos universales, el de Cristo y el de Adán: la teología del pecado se habría de inspirar en la teología del Cuerpo místico para su mejor comprensión; la capitalidad mís­ tica de Cristo en la capitalidad natural de Adán y a la inversa; las propie­ dades de los miembros «naturales» en Adán, en los miembros místicos en Cristo; la generación natural que nos incorpora a Adán se relaciona con la re-generación mística que nos incorpora a Cristo 27. El estudio se termina con esta conclusión-síntesis: «El dogma del pecado original y el dogma del Cuerpo místico presentan a la humanidad formando una hermandad de pecado en Adán y de gracia en Cristo, la teología puede justificar ambas solidaridades en una tercera, la solidaridad físi­ ca de naturaleza específica, que es la razón por la que convenimos unívocamente en el pecado del primer padre y es, al mismo tiempo, la base de la reconstruc­ ción cristiana. Cristo, injertado en la naturaleza específica, comunica al tronco de 25. L. c., 201. Ver 199-203. «Adán domina en la órbita de la naturaleza y Cristo en la de la persona», 201. 26. L. c., 207. 27. Sintetizamos todo el desarrollo de esta idea en pp. 207-20. L. c.

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