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236 ALEJANDRO DE VILLALMONTE ción de Dios. Así la debía trasmitir Adán a sus hijos, por generación; pero, al pecar, lo que la generación trasmite es una naturaleza «corrompida», en el sen­ tido de que ya no tiene el don (accidente-propiedad) de la justicia original. Así se comprende la radicación de nuestra solidaridad en «nuestro origen seminal» respecto de Adán 17. También /. Capmany, como L. Ciappi, juzga incompatibles con la enseñanza de santo Tomás las varias teorías del pacto, de la solidaridad pri­ mordialmente jurídica propuesta por otros teólogos. La culpabilidad de los hom­ bres en Adán no hay que verla en la inclusión en la voluntad el primer padre, sino en el hecho de compartir una naturaleza común y en la doble capitalidad an­ tes señalada18. Varias comparaciones, utilizadas por santo Tomás, ilustran esta oscura verdad: la volición pecaminosa de la voluntad que provoca el movimiento en la mano del homicida; los miembros de una sociedad son solidarios de los actos ejecutados por el jefe; el pecado original sería como una enfermedad in­ fecciosa incrustrada en la misma naturaleza humana y, por tanto, presente en todos los que reciben esa naturaleza enfermiza ,9. Debemos a R. García Rodríguez dos trabajos, bien construidos y muy significativos de la «teología del pecado original», según era cultivada, por estos años, en la escuela tomista. Tal como García Rodríguez conduce sus estudios nos sirven para ver en ellos una honda exposición teológica de la enseñanza paulina sobre los dos Adanes y, al mismo tiempo, una reflexión sobre el tema de la solidaridad llevado a sus últimas consecuencias. También García Rodríguez participa de la convicción común de que la teología del pecado original se sintetiza en la cuestión de la «solidaridad de los hombres en Adán». De aquí que tal teología centrará toda su atención en examinar la relación solidaria de la humanidad en Adán exigida por la mis­ ma existencia del pecado común, y en la que, en último análisis, hay que ver la razón de voluntariedad en cada uno de los individuos y de la trasmi­ sión por generación. «La solidaridad, pues, en Adán se presenta en la teo­ logía como un fenómeno constitutivo y al mismo tiempo explicativo del he­ cho universal» 20. Siendo la solidaridad en Adán el núcleo de la teología del pecado original, el primer paso de esta teología es el reconocer la metáfora de la reducción de la unidad en Adán a la metáfora de la organización vital. La humanidad ha ser concebida como un solo hombre, un cuerpo cuya ca­ beza es Adán. Aunque sea una metáfora, es ella la que esclarece, facilita y demuestra que la acción del primer hombre es válida para toda su descen­ 17. L. c., 57-60. La solidaridad está radicada en el origen seminal, 60. 18. L. c., 60-2; por esto son inadmisibles, en perspectiva tomista, las teotías de la inclusión de voluntades en Adán, de la capitalidad jurídica, teoría del «pacto» de cier­ tos teólogos postridentinos, 62-8. 19. L. c., 68-73. La clave de la exposición es la idea medieval y tomista del pecado original como «pecado de la naturaleza - peccatum naturae», presente en Adán a modo de un universal humano tipo platónico. 20. R . G arcía R odríguez , Análisis y críticade lateología del pecado original , 219, Ver 217 ss.

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