PS_NyG_1977v024n002p0195_0271
230 ALEJANDRO DE VILLALMONTE rencia a él es para prevenirlo con la gracia, no para quitar un pecado que los niños tuvieran. En este momento de bautizar a los niños «Crisostomo no tiene al pecado original en su campo de visión». Ya San Agustín conoció esta postura del Crisòstomo y hubo de explicarla37. Fue, por tanto, Agustín el que puso en primer plano la motivación del pecado original para bautizar los niños y con ocasión de la controversia con los pelagianos. Significó esto una verdadera novedad, en relación a la teología anterior. Es el mismo /. C. Didier quien justificó esta última afirmación en un estudio posterior sobre el bautismo de los niños en Agustín. El doctor de Hipona se apoya en el hecho, incontravertido, de una praxis universal y antigua de la Iglesia y sólo quiere buscar una adecuada motivación teológica de la misma. Los motivos caritológicos, positivos, para justificar dicha prác tica eran aducidos ya antes por otros teólogos anteriores a Agustín y por él mismo. Incluso el motivo hamartiológico, la remisión de los pecados. Pero siempre en forma poco organizada y como de paso. Con ocasión de la controversia pelagiana la motivación del pecado ori ginal pasa a primer plano. Los pelagianos afirmaban la necesidad del bautis mo infantil, pero no hablaban de motivo ninguno hamartiológico. Tal omi sión era debida a que negaban el pecado original y esta negación, a su vez, era consecuencia de negar la necesidad de la gracia y redención de Cristo. Agustín toma el problema desde el fondo: los niños necesitan ser redimidos por Cristo, por tanto han de tener algún pecado, base de tal necesidad. Y ¿Qué pecado, sino el original? Por otra parte así lo exige la fórmula misma del bautismo «para remisión de los pecados». Así, pues, si no queremos ha cer vana la fórmula bautismal o innecesaria la redención hay que admitir en los niños el pecado original. Y así «si el pensamiento cristiano ha tomado como punto de partida, en primer lugar, la práctica del bautismo infantil pa ra entender mejor el pecado original, ahora (a partir de Agustín) es este dogma, mejor conocido, el que regirá el comportamiento cristiano respecto al bautismo de los niños»3S. El tema del bautismo de los niños en San Agustín fue tratado, una vez más, por E. R. Fairweather, si quiera en forma breve. Se fija el autor sobre todo en el aspecto positivo de esta «oscurísima cuestión», y encuentra la cla ve para interpretar y justificar teológicamente esta praxis en el hecho de la solidaridad humana en la economía de la gracia39. Pero, el deseo de profun dizar en la solidaridad en la gracia le lleva a Agustín a subrayar el hecho de la previa solidaridad de todos en el pecado de Adán. "Por palabras ajenas es 37. Id., Un cas typique de développement du dogme, 191-212. Conclusiones en pp. 211-14. 3 8 . J . C. D id ie r , Saint Augustin et le baptême des enfants, 129 . Ver 1 09 -29 . «El argumento no es exclusivo, pero es capital», 119 .
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz