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E L PECADO ORIGINAL. 229 Una expresión viviente de la fe de la Iglesia en el dogma del pecado ori­ ginal la ha señalado tenazmente la tradición occidental en la praxis de bau­ tizar a los niños "para remisión de los pecados”. Bajo ciertos aspectos puede decirse que éste fue el argumento más fuerte de Agustín contra la negación del pecado original por parte de Pelagio. Aunque no tenía el autor una pre­ ocupación directa por la doctrina del pecado original, sino por la práctica del bautismo infantil interesa a nuestro estudio el conocer los trabajos de ). C. Didier sobre el bautismo de los niños en la Iglesia antigua. Un primer trabajo se refiere al bautismo infantil en el siglo iv en Orien­ te. Dejando de lado su mayor o menor frecuencia nos interesan los motivos teológicos de la práctica. El Nacianceno aconseja bautizar, consagrar a la Trinidad, para prevenir contra la herejía a los pequeños y para evitar que sobre ellos se ejerzan prácticas mágicas muy del gusto del pueblo. Más ex­ plícito el escritor Asterios menciona estos motivos: ahuyentar al diablo, en vez de los talismanes que la gente aplica; para que, si mueren, vayan con el «sello» del Espíritu, de lo contrario su gloria no será tan cumplida; para prevenirles contra la herejía; el que no recibía la circuncisión era maldito en el A.T., así ahora el que no reciba el bautismo. No hay en Asterios pro­ blema de pecado ni aun original, que el bautismo hubiera de quitar en los niños. La teología griega del siglo iv está poco influida por la idea del pecado original36. Más abundante en testimonios es otro trabajo posterior, heneo conoce la práctica del bautismo infantil, pero no alude a la existencia del pecado en los niños. Tertuliano conoce el pecado original, la práctica de bautizar niños para remisión de los pecados; pero la desaprueba, pues ellos no tienen pe­ cado todavía. Cipriano dice que, si bien el niño no tiene pecados propios se le «remiten pecados ajenos», por lo cual es bueno bautizarlos. Mientras tanto, abundan los testimonios de la inocencia de los niños y los motivos de bautizarlos son más bien de signo positivo: necesidad de entrar en la Igle­ sia, o de darles mayor dignidad, o de entrar en la vida eterna. En Ambrosio hay varias alusiones al pecado, pero más bien el bautismo se administraría a los niños para prevenirlos que para curarlos. El bautismo quita los pecados personales. Orígenes habla del bautismo de los niños, de su origen apostó­ lico y del «antiguo pecado» que les quita. Pero, ya sabemos que el Alejan­ drino tiene del pecado «originario» una idea distinta de la tradicional. Tam­ bién en el Nacianceno y en el Crisòstomo prevalecen los motivos positivos para el bautismo infantil. No cuenta el pecado y cuando se habla en refe­ D .— Pecado original y bautismo de los niños. 36. J. C. D idier , Le Pédobaptisme au IVe. siecle, 233-44.

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