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228 ALEJANDRO DE VILLALMONTE «fides» y «herejía» en los decretos y cánones del Tridentino. Mencionamos este trabajo porque con él se intensifica una corriente de preocupación por la exégesis de los textos conciliares. También éstos están condicionados por la historia y la relatividad de la captación humana de la verdad revelada. Además, palabras clave como la de fe y herejía, no siempre han tenido la misma acepción que reciben en los últimos años. Con ello tenemos ya un criterio para interpretar la enseñanza tridentina sobre el pecado original. Sólo años más tarde llegarán a su madurez estos temas. De momento básta­ nos recoger la conclusión de A. Lang: no siempre que una doctrina es ta­ chada de «herejía» o de contraria a la fe por el concilio de Tiento quiere decirse que se oponga a una verdad formal y directamente revelada por Dios. También las virtualmente reveladas o que eran tenidas como indispen­ sables para mantener las reveladas se decían pertenecer a la fe 34. En la misma dirección interesa mencionar los estudios de P. F. Fransen sobre el uso de «anatema» en los cánones Tridentinos. Fransen coincide con Lang en afirmar que palabras como «fides», «pertenecer a la fe» y ser una doctrina «herejía», tenían en Trento un sentido más amplio que en la teo­ logía reciente. Se refieren a verdades de fe divina; pero también a otras que la Iglesia tiene como del todo seguras, aunque no se digan explícitamente reveladas. Algo similar acontece con el «anatema». Un examen del diverso contexto y materias en que lo aplica el Tridentino nos lleva a la conclusión de que la fórmula «sea anatema» no tiene sentido tan rígido como el que puede tener en la actualidad. Por ello, no se podrá decir que todo lo condenado bajo anatema en Trento se oponga, directamente, a la revelación divina. El anatema se refiere, ante todo, al hecho de que alguien queda excomulgado, separado de la Comunidad de los creyentes; sea porque niega una verdad revelada por Dios (va contra la fe, en su sentido estricto) sea porque desobe­ dece con contumacia y niega la obediencia formal a la Iglesia35. Hay que esperar todavía unos años para que estas ideas generales de hermenéutica de textos conciliares se apliquen a los decretos y cánones referentes al pecado original. Volveremos a citar entonces los trabajos de estos autores. 34. A. L ang , Der Bedeulungswandel der Begriffe "fides" und "haeresis”, 133-146; espec. 133, 134, 136*. 140 s., 143, 144, 146. En años anteriores el autor había publicado otros trabajos sobre idéntico tema, ver allí p, 133 nota 4. 35. P. F. F ransen , Réflexions sur le L'anathéme au Concile de Trente, 657-72. Conclusiones, 669. En la bibliografía pueden verse otros trabajos del mismo autor sobre temas similares, publicados por estos años.

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