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2 2 6 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE bre, es por libre decisión de D ios, de no dar la justicia original sino condi cionada a la perseverancia de A d án 30. A sí pues, superando el peso de la tradición agustiniana y anselmiana, Escoto tiene una visión más positiva de la concupiscencia y de la espontanei dad de la vida sensible en el estado de inocencia. También valora positiva mente las pasiones «antecedentes» naturales, con tendencia a los bienes y gustos que les son propios. Le ayudó a ella su espíritu crítico que no admite más milagros que los indispensables; su tendencia y apego a la experiencia como base del saber; su optimismo antropológico que le impulsó aquí — co mo en toda su antropología teológica— a subrayar la dignidad, autonomía y excelencia de la naturaleza hasta el límite de lo posible, dentro de la ana logía de la f e 31. Aquí, como en tantos momentos de su teología, Escoto do bla la cumbre de la escolástica y se abre a la modernidad en forma visible mente superior a los otros grandes teólogos del siglo xm . Como en tiempos de Duns Escolo, también por la década de los cincuenta la Mariología estuvo en relación con la doctrina del pecado original. Los años 1950 (definición del dogma de la Asunción), 1954 (centenario de la Inmaculada), 1958 (centenario de Lourdes), provocaron una excepcional efervescencia de estu dios sobre el misterio de María. Y por cierto, más que nada sobre el misterio de la Inmaculada Concepción. Esto dio ocasión para que, encuadrados en la Mario logía, aparezcan reiteradamente alusiones a la enseñanza sobre el pecado original, del cual fue preservada María. No podemos demorarnos en estos estudios: son reiterados, pero secundarios, subordinados a la intención mariológica prevalente; suponen, sin criticarlas, las enseñanzas tradicionales. Muestran sí, una vez más, lo complicada que ha estado siempre la teología del pecado original con otros dog mas cristianos referentes a la Cristología, Mariología, Caritología32. 30. L. c., 547 s. 31. L. c„ 550, 520 s. 32. Los estudios mariológicos más relacionados con nuestro tema se encuentran en la colección «Virgo Inmaculata» (Acta Congressus Mariologici Mariani, Romae 1954) Roma 1956. Y se refieren a estos puntos: 1) María en el Plan de Salvación, desde donde se mira la relación de la Virgen con el misterio de Cristo y con el misterio del pecado: Trabajos de A. Ciappi, vol. V I, 1-10; A. Gigon, Ib., 116-23; A. Blasucci, Ib., 124-62; L. Colomer, Ib., 164-84. 2 ) María en relación con el estado de justicia original y sus dones: R. Verardo, vol. V I, 69-91; M. Gilbert, vol. IX , 60-70; Valentinus ab Westende, Ib., 71-89. Sobre el tema en María varios estudios del vol. X . 3) María como eminentísimamente redimida, que obligó a perfilar el concepto de redención: R. Garrigou-Lagrange, vol. V I, 108-15; P. Lumbreras, Ib., 116-23; Ai. S. Ni colás, vol. IX , 1-15; P. de A. Martínez, Ib., 16-41. 4) María ante la "ley del pecado original’’ (o su « debitum »): En el vol. X I los tra bajos de J. F. Bonnefoy, J. M. Delgado Varela, A. de Villalmonte, I. Guerra Lazpiur, H. Ameri, G. Roschini, H. Broscb, P. Hug; y la discusión allí recogida, 456-99. Aquí era también inevitable el que los autores afinasen el concepto de redención aplicado a María, exenta de toda «deuda» de pecado original. 5) Historia del dogma de la Inmaculada, desarrollado en tensión frente a la creencia en el pecado original. Ver A . B raña A r re s e , De Immaculata Conceptione B. V. Mariae secundum tbeologos hispanos saeculi XIV, Romae 1950, espec. 5-23; H. Am eri, Doctrina
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