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EL PECADO ORIGINAL. 197 mo una realidad maléfica que no pudo entrar en el ámbito de la vida hu­ mana sino como consecuencia del pecado. Un segundo factor es la tendencia al mal incustrada en el corazón mismo del hombre desde su nacimiento. Esta tendencia, con tales características, da por resultado el hecho real de la universalidad el pecado. Con él las relaciones del hombre con D ios quedan trasmutadas, ya no son nunca correctas, cobran ese rasgo de anormalidad que la experiencia inmediata nos descubre. Hasta que Dios vuelva a restau­ rar el orden primero de la creación. «Así el A .T . testifica la miseria del hom­ bre, su universalidad y el carácter religioso de la misma» '. La solidaridad de todos los hombres en el pecado es algo esencial a la doctrina tradicional sobre el pecado original. También esta idea cobra impor­ tancia primordial en la manera cómo Israel veía la condición humana: el pecado no es un hecho individual, aislado; es una especie de atmósfera que todo lo envuelve y, en el caso, todo lo contagia. La solidaridad de los hom­ bres en el pecado tiene, en primer término, una dirección diacrònica, es de­ cir, va a través de las generaciones de los padres a los hijos: todo el Pueblo, a lo largo de su historia, forma una familia de pecadores ante Dios. La misma dimensión colectiva del pecado se subraya otras veces en dirección sincrónica, en cuanto que toda una tribu, pueblo y naciones varias partici­ pan del mismo pecado y son responsables de similar situación pecadora. Hay, finalmente, un ambiente o atmósfera de pecado que influye e impulsa a los hombres a pecar, según describe por ejemplo, Gén 11, 1-9, Sab 13, 1-9. Más aún, el pecado no sólo contagia a todos los hombres, sino que el mismo mundo físico, en cuanto entorno vital del hombre, aparece contagiado y contagioso2. Acercándose ya al contexto más inmediato de Gén 3, hay que tener en cuenta que la narración de la caída, en este capítulo, está encuadrada dentro de los once primeros capítulos del Génesis, capítulos que forman una uni­ dad especial y única por su contenido. En ellos se explica al pueblo creyente los orígenes, la génesis de todas aquellas realidades que pudieran inquietar a Israel: origen primero del mundo, del hombre, del pueblo elegido; origen de las leyes fundamentales de la religión israelita; origen e índole de los pueblos y tribus que convivían con Israel; origen del pecado, causante de los males que afligen al mundo; origen, por último y en primer término, de la Promesa de salvación que constituye la fuerza vital del pueblo en su caminar por la historia. Se trata, pues, de una explicación etiológica de las realidades, hechos e instituciones que forman el entorno vital, cultural y religioso de Israel. 1. D u b a rle, Le pécbé originel, 9-25. 2. D u b a rle , o. c., 25-38.

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