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EL PECADO ORIGINAL. 2 1 7 Otra serie de textos lo identificarían con la concupiscencia — ley del peca do— libido, en su sentido más comprensivo, que afecta al cuerpo y al espí ritu. Este sería el pecado originado en cuanto está en cada hombre y hace a cada uno reo ante Dios de la condenación, por efecto del pecado primero. Como a los bautizados se les imputa la justicia del Segundo Adán, así a los recién concebidos se les imputa el pecado del Primero 6. La ofrecida por J. Gross es una de las direcciones en que tradicionalmen te ha sido interpretado el pensamiento agustiniano. Frente a ella encontra mos la otra dirección, también tradicional, representada, estos años, por el estudio de H. Staffner, sobre la esencia del pecado original en Agustín. Slaffner, para explicar las diversas formulaciones del pensamiento agustinia no, recurre no ya a una evolución en su pensamiento, sino a la diversa cir cunstancia, perspectiva, lectores y problemática en que se encuentran los varios textos. En los escritos polémicos, antipelagianos, aparece el pecado original inseparable y hasta podría creerse identificado con la concupiscencia. Pero, habría que tomar como clave hermenéutica lo que dice en otros es critos más irénicos y constructivos, por ejemplo Be Civitate Dei, lib. 13-14, donde el pecado original es presentado como «muerte del alma». Sólo en sentido amplio y por extensión el pecado original se identificaría y se lla maría simplemente concupiscencia1. En la primera creación Dios creó al hombre lleno de su gracia, Dios era la vida del alma. E l pecado de Adán consistió en el amor desordenado a sí mismo. Y como escogió viv ir según la ley del «amor-a-sí-mismo», cada vez se hunde más en este su egoísmo radical, se incapacita para v iv ir desde Dios y vive según su carne-concupiscencia-libido. Esta no sería más que una con secuencia de la ley de los miembros y de la carne que se desató por haber rechazado el hombre la vida según Dios. En el bautismo se restaura la vida divina; pero la rebelión de la vida inferior contra la parte superior continúa. A sí se explica que pueda perdonarse el pecado original por el bau tismo, permaneciendo viva la concupiscencia8. Con ello se logra una pers pectiva más noblemente teológica de la doctrina agustiniana del pecado ori 6 . L. c., 776-87. 7. H . S ta ffn e r , Die Lehre des hi. Augustinus iiber das Wesen der Erbsünde, 385 ss., 388. 8 . Resumimos al autot en la exposición que hace de la doctrina del pecado original, 390-407. En polémica con otros intérpretes el autor insiste en que la «vida» del alma, perdida por el pecado primero, es estrictamente sobrenatural, vida de gracia, no simple rectitud moral. Ver en 407-11. También alude a la oscuridad del pensamiento agustiniano sobre la gratuidad de los dones del estado paradisíaco; si bien hay que tener en cuenta la ausencia en Agustín del concepto de «sobrenatural» al estilo de la teología posterior, y del concepto filosófico de «naturaleza» en sí, es decir, abstrayendo de los diversos «estados».
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