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E L PECADO ORIGINAL. 215 En referencia a la doctrina de los Padres nos encontramos, en primer término, con estudios sobre la enseñanza de Orígenes acerca del pecado ante­ cedente, primordial, original de la humanidad. G . Teichtweier toca el tema en un libro dedicado al estudio de la doc­ trina origeniana sobre el pecado en general. Dentro de tema resultaba inevi­ table la pregunta por el origen del pecado. Desde luego, para Orígenes el mal-pecado no puede ser inherente a la creación de Dios, que es buena. Teichtweier opina que Orígenes no conoció la figura del pecado original, tal como apareció en la disputa pelagiana. Habla, es cierto, de que todos pe­ caron en Adán, pero más bien en cuanto que él es ejemplar de todo pecador. Cuando habla del «antiguo pecado», parece se refiere al pecado cometido en la preexistencia. La historia del paraíso unas veces la tiene por historia real, lo mismo que la caída; pero, otras veces da una interpretación alegó­ rica. Adán, más que un individuo, sería el «hombre», un poco a estilo del hombre universal platónico. Habla también Orígenes de la necesidad que los niños tienen de ser limpiados de la mancha moral por el bautismo. Pero, ha de interpretarse de la mancha que contraen por el acto sexual de los pa­ dres inmediatos. A sí pues, «se debe decir, en forma definitiva, que Orígenes no conoce la doctrina de un pecado hereditario por descendencia de Adán» '. Hay un pecado o «resfriamiento» moral en la preexistencia-, pero, es propio de cada una de las almas que viene condenada a la existencia corpórea por aquella su falta. Tal sería el equivalente origeniano de la teoría tradicional sobre el pecado original: el pecado preexistente, primordial, suprahistórico2. Sobre este particular contamos con el estudio más pormenorizado de G. Bürke, "La doctrina de Orígenes sobre el estado primitivo” . No trata el autor sobre el pecado original, en sentido estricto, sino sobre enseñanzas con­ comitantes al mismo (la doctrina sobre el estado y caída originarios) pero que ayudan a encuadrar y comprender la doctrina del propio pecado original. Sobre el estado primordial de la humanidad se encuentra en Orígenes una doble explicación: la filosófica y la escriturística. En su teoría filosófica habla A .— D o ctrin a d e lo s sa n tos P a d res s o b r e el p eca d o original. 1. G. T eichtw eier, Die Sündettlehre Origines, 99. Ver 96-102. 2. L. c., 99-101. El autor hace una alusión a Tertuliano, a quien generalmente se tiene por testigo convencido del pecado original. Sin embargo piensa él que para Tertu­ liano Adán sólo de sí mismo sería responsable. Habla de un «primordiale delictum»; de aquí que el alma, ya antes de existir, sería corrupta y trasmitiría su corrupción al cuer­ po. Tertuliano no distingue entre el pecado en sí y sus consecuencias. Ib.

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