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EL PECADO ORIGINAL. 209 gramatical para rechazar la traducción relativa del ef’ó. Más aún, libraría a la traducción-interpretación de Lyonnet de ciertas incongruencias. En efec­ to, los autores no ven sostenible esa «doble causalidad» de que habla Lyon­ net: debilita excesivamente la universalidad del pecado, tal como la postulan los concilios de Cartago y Trento. Especialmente no se ve cómo hablar de «doble causalidad» en referencia a los niños y, por tanto, no habría manera de decir de ellos que son pecadores. Según esto y, en resumen, proponen esta traducción del v. 12: «Como por un solo hombre el Pecado entró en este mundo y mediante el Pecado la Muerte y así a través de todos los hombres ha pasado la Muerte (es decir, el pecado original), por la cual (o por quien, mejor bajo su dominio, dice en nota) todos han pecado personalmente» 37. Esta importancia primordial de la «Muerte» en Rm 5, 12-21 fue objeto de un estudio detenido por parte de 77?. Barróse 38. Resumimos su exposición. El con­ texto general de Romanos muestra que también aquí, en el capítulo 5, 12-21 hay que dar a «Muerte» un sentido total, complexivo: muerte física + muerte espi­ ritual, muerte eterna + muerte ya activa ahora. Así lo exige la continua contra­ posición a «Vida - Z oé», también cargada de este sentido complexivo. Además, el contexto más lejano y la mentalidad de! A. Testamento, así como del judaismo intertestamentario corroboran esta interpretación dada al concepto de muerte en Rm 5-8. El pecado causante de esta muerte total es tanto el pecado original como el pecado personal: he hamartía - todo pecado. Finalmente, la conexión entre muerte y pecado no es solamente jurídica, efecto de un castigo impuesto: es tam­ bién desarrollo y consumación de un proceso interno, fruto connatural, insepara­ ble, del pecado que abrió las puertas a la muerte. J. M . González Ruiz estudia el tema del pecado original en el N .T . con mayor amplitud, ya que examina toda la perícopa de Rm 5, 12-21 y tam­ bién la presencia del pecado original en Rm 7, 2-25. En referencia a Rm 5, 12-21, el autor interpreta el pecado que entró en el mundo — he hamartía — como «el Pecado personificado, como un po­ der maléfico», no el pecado en sentido de un acto individual. Pero, aunque el Pecado sea una realidad «personificación o prosopopeya de las fuerzas enemigas de D ios», sin embargo, es siempre un estado «una situación intrín­ seca del hombre y sin consistencia fuera de él» 39. La muerte hay que enten­ derla en sentido complexivo, muerte total que ya conocemos en otros intér­ pretes 40. Respecto al "e f’ó — in quo = en quien’’, el autor ve con agrado la interpretación «condicional» de Lyonnet, mejor que la relativa referida a 37. G . B i f f i - G . L a tta n zio , Una recente exegesi di Rom. 5, 12-14, 451-58. Texto citado en p. 458. 38. Th. B a rro sse , Death and Sin, 438-500. 39. J. M. G o n z á le z R uiz, El pecado original, 167-68, 170-73, 178-9. Ver 147-65, 187. 40. L. c„ 168, 170, 173, 179. 2

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