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208 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE y solemne del Tridentino, incurre en las sospechas que cayeron sobre Erasmo y los pelagianos; es una exégesis «arbitraria y de recurso»; excluiría a los ni ños del pecado original. N i basta que se diga que los hombres pecan en depen dencia de Adán, es preciso sostener que participan en su pecado, pecan en Adán M. Por el contrario, S. Raponi llega a conclusiones similares a las de Lyonnel. Todos los hombres son solidarios en Adán como lo dicen, cada uno a su modo el v. 12, y los vv. 13-14. E l ef’ó indica que el pecado de Adán es la causa p ri mera y los personales la segunda, al cumplir la condición para que el reinado de la muerte — en su sentido más amplio y complexivo— logre su pleno do minio. Pablo tendría a la vista los pecados de los adultos y no ha pensado en los niños. No dice cómo la fuerza del Pecado-hamartía, introducida por Adán, se extienda a los hijos. Todos participan, más bien, las consecuencias o situación de pecado-muerte creada por Adán, en cuanto heredan una naturaleza alejada de la vida de Dios. Con ello tenemos los elementos para la enseñanza sobre el pecado original: todos, incluidos niños, nacen en esta situación miserable, desde el punto de vista religioso; dentro de la cual, al llegar a la adultez y si la gracia no les previene, cometerán, inevitablemente, el pecado personal35. G . Lafont intenta esclarecer el sentido del v. 12 mediante los vv. 15-21. En estos tiene prevalencia la antítesis entre la muerte-thánatos y la vida-zoe. Ambas son realidades eminentemente escatológicas, pero operan ya en el mun do; la una por medio del pecado y muerte física, la otra por la gracia y dona ción de Cristo. Aplicando esta idea a los vv. 12-14 Lafont aprueba la interpre tación que Lyonnet da al «in quo - ef’ó», como la única razonable, exigida por el contexto. Pero, que no se olvide la preeminencia de la muerte, que es quien entra en el mundo y se apodera de él desde el momento en que pecó Adán y en que todos pecan. E l pecado personal no debe separarse del pecado de Adán. Todos pecan porque todos estaban ya previamente bajo la herencia pecadora, mortífera, de A d án 36. G . Biffi - G. Lattanzio se muestran sustancialmente de acuerdo con la exé gesis de Lyonnet en lo referente a su interpretación del «el pecado-hé hamartía», de la muerte-thánatos y también del hemarton-pecados personales. Pero no creen acertado dar al ef’ó el sentido condicional que propone Lyonnet, sino mantener el sentido relativo; pero referido no a Adán, sino a la muerte- thánatos, que es el sustantivo más próximo y a todo lo anterior, que va uni do a la muerte. También aprueban la interpretación que Lyonnet hace de los vv. 13-14, ya conocida. Los autores creen que no hay razón ninguna 34. Rom. 5, 12: Exegesi e riflesi dogmatici, 289-98. 35. S. R aponi, Rom. 5, 12-21 e il peccato origínale, 520-59. 36. G . L a fo n t, L’interprétation de Rom V, 15-21, 481-513, espec. 496-500.
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