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116 EDUARDO MALVIDO Pues bien, en su exposición, Unamuno sigue de cerca la modalidad kan­ tiana de presentar las pruebas clásicas tal como aparecen en la Crítica de la razón pura. Unamuno no nombra explícitamente las pruebas cosmológica y físico-teológica, pero es fácil comprobar que de ellas trata cuando habla del «modo de ser del Universo» y «la prueba esa del orden del Universo». En el tratamiento dado por Unamuno a la prueba del orden del universo (la prueba físico-teológica de Kant, para quien resultaba ser el argumento «más antiguo, el más claro y el más apropiado al sentido común») se obser­ van huellas que nos hacen pensar que Unamuno escribió estas líneas te­ niendo el texto kantiano delante de los ojos. Hablando de «la prueba esa del orden del Universo», Unamuno nos dice cómo proyectamos el hacer consciente del arte humano en la naturaleza, viendo en ella la obra de una persona muy lista y poderosa: «El arte humano, aleccionado por la Naturaleza, tiene un hacer consciente con que comprende el modo de hacer, y luego trasladamos este hacer artístico y consciente a una conciencia de un artista que no se sabe de qué naturaleza apren­ dió su arte» 24. Compárense las anteriores palabras de don Miguel con estas otras de Kant: «De la analogía que existe entre algunas producciones naturales y lo que el arte humano produce cuando violenta la naturaleza obligándola a sujetarse a nues­ tros fines, en lugar de obrar siguiendo los de ella..., infiere que la Naturaleza debe precisamente tener por principio una causalidad del mismo género, a saber: una inteligencia y una voluntad, haciendo derivar de otro ente, pero de un ente sobrehumano, la posibilidad de la naturaleza»...25. ¿Quién no ve la similitud de estas dos citas? En cuanto a la prueba ontològica, no sólo no la encontramos nombrada, sino que ni siquiera hay asomo de exposición de ella. Sin embargo, donde se la ve presente es en los juicios condenatorios que Unamuno formula con­ tra las pruebas en general. Así, por ejemplo, en esta aseveración: «Las su­ puestas pruebas clásicas de la existencia de Dios refiérense todas a este Dios-Idea, a este Dios lógico, al Dios por remoción, y de aquí que en rigor no prueben nada, es decir, no prueban más que la existencia de esa idea de D io s » 26. Asimismo, levanta cabeza cuando Unamuno rechaza el valor probatorio del «modo de ser del Universo» (prueba cosmológica de Kant) y de «la prue­ 24. V II, 204-205. 25. Crítica de la razón pura, La dialéctica trascendental, libro segundo, tercer capí­ tulo, sexta sección. 26. Del sentimiento trágico de la vida, V II, 204.

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