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114 EDUARDO MALVIDO no prueben nada, es decir, no prueban más que la existencia de esa idea de D ios» l3. H e aquí otra manifestación, quizá más solemne, de esa negativa una- muniana para con las pruebas tradicionales: «Confieso sinceramente que las supuestas pruebas racionales — la ontológica, la cosmológica, la ética, etc., etc.— de la existencia de Dios no me demuestran nada» 14. Adviértase cómo Unamuno, en las dos citas que acabamos de dar, ante­ pone a esas «pruebas» el calificativo de «supuestas», indicando ya con ello la insuficiencia persuasiva de las mismas. Esa expresión de «supuestas prue­ bas» es casi un cliché en la pluma de Unamuno cuando se refiere a ellas: «M i filosofía hace añicos las supuestas pruebas todas de la existencia de Dios» 15. «Kant hizo polvo las supuestas pruebas de la existencia de D ios» 16. «Y recordó a Kant y su trituración de las supuestas pruebas lógicas de la exis­ tencia de D ios» 17. «Educados en el intelectualismo católico, en dogmas, en construcciones conceptua­ les, en supuestas pruebas lógicas de la existencia de Dios» ls. «me puse a trabajar... en un Tratado de amor de Dios, en que arrancaba de la inanidad lógica de las supuestas pruebas de la existencia de Dios» l9. vida. Por algunos testimonios del propio Unamuno sabemos que pensaba iniciar su obra con el tema de las pruebas tradicionales. En carta a Jiménez llundáin, le dice el 9 de mayo de 1905: «L o que sí diré, y por ahí empieza mi Tratado del amor de Dios, es que con argumentos lógicosno se llega más que a la idea de D iosj no a Dios mismo» . Y a E. Herrero Ducloux, en enero de 1906: «Me puse a trabajar en una obra mística acaso, en una concepción religiosa, en un Tratado del amor de Dios, en que arrancaba de la inanimidad lógica de las supuestas pruebas de la existencia de Dios». No obstante, este plan primero de Unamuno, el tema de las pruebas clásicas de la existencia de Dios pasó a ocupar, en la redacción definitiva, el capítulo V III del libro. En cuanto a la denominación del libro, como Tratado del amor de Dios, ¿hace falta decir que así fue como llamó Unamuno con ante­ rioridad a su Sentimiento trágico de la vida ? 13. Del sentimiento trágico de la vida, V II, 204. 14. Mi religión, III, 261. Juicios similares contra las pruebas pueden leerse en: carta a S. Valentí el 11 de marzo de 1902; ¿Qué es verdad?, III, 859-860; Sobre la filosofía española, T, 1163-1164; El idealismo hispanoamericano, IX , 921; Notabilísima ilustración, IX , 964; carta del 2 de diciembre de 1903 a Pedro Múgica; carta a Jiménez llundáin el 14 de febrero de 1906; carta a Giner de los Ríos el 27 de diciembre de 1899; Más sobre la europeización „ en La España Moderna, 1907, 21. 15. Carta a B. G. de Candamo el 5 de marzo de 1902. El subrayado de esta cita y de las cuatro siguientes es cosa nuestra. 16. Carta a Pedro Múgica el 24 de noviembre de 1903. 17. Intelectualidad y espiritualidad, I, 1144. 18. Algunas consideraciones sobre la literatura hispanoamericanas, III, 909. 19. Carta a E. Herrero Ducloux en enero de 1906.

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