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UNAMUNO Y LAS PRUEBAS DE LA EX IS T EN C IA DE DIOS 111 que aquéllos eran inmortales». Y añade: «y éste es un punto importantísimo para estimar el valor de lo divino» 2. En la misma línea de pensamiento interpreta la frase shakesperiana: «he wants nothing of a god but eternity», traduciéndola así: «sólo necesitaba la eternidad para ser dios» }. Insistiendo en la misma diferencia entre Dios y el hombre, Unamuno había ya escrito con anterioridad al Sentimiento trágico de la vida que los hombres tratamos de escalar el cielo para robar el néctar y la ambrosía a los dioses a fin de ser como ellos, «sabedores de la ciencia del bien y del mal y eternos sobre todo. Sobre todo eternos» 4. Como conclusión de todas estas afirmaciones unamunianas podemos es­ tablecer la siguiente ecuación: hombre + inmortalidad = Dios. O esta otra: hombre = Dios — inmortalidad. Todo lo cual nos lleva a señalar la inmor­ talidad como el elemento específico de la divinidad. A l mismo resultado lle­ gamos por otro camino, por el camino de la negación hipotética de la nota «inmortal» e «inmortalizador» en el concepto unamuniano de Dios. Con dicha supresión, desaparece también el Dios de Unamuno. Supongamos que Dios es Sabiduría, Inteligencia, Conciencia..., todo lo que se quiera, pero no incluyamos en ese concepto el que sea el inmortal inmortalizador. ¿Cuál es la respuesta de Unamuno? La respuesta de don Miguel es idéntica a la que él pone en labios de un campesino: «Entonces, ¿para qué D io s ? » 5. Por la misma lógica Unamuno rechaza el panteísmo y lo califica de «ateísmo». ¿Por qué? Porque el panteísmo no salva en el concepto de Dios ese elemento de un Dios productor y garantizador de la inmortalidad per­ sonal, y, como esa nota de salvaguardia de la inmortalidad individual es no­ ta específica del concepto unamuniano de Dios, Unamuno concluye conse­ cuentemente que el panteísmo es ateísmo, o sea, negación del Dios inmortal e inmortalizador de cada uno de los hombres. Son muchas las veces en que Unamuno llama a Dios «eternizador», «ga­ rantía de nuestra inmortalidad», «salvador de la muerte», «inmortaliza­ do r» ..., sin que esto suponga necesariamente que hayamos de ver en tales denominaciones el carácter distintivo del concepto unamuniano de Dios. Pe­ ro a veces la expresión escrita de Unamuno se torna tan intencional que no hay más remedio que dar a sus palabras un alcance definitorio. Así, por ejemplo, cuando escribe: «Dios para la generalidad de los hombres es el productor de la inmortalidad» 6. 2. Para la referencia bibliográfica de las obras de Unamuno seguimos la edición realizada en 9 tomos por la editorial Escelicer. Indicamos el tomo por medio de números romanos, y la página en números arábigos. 3. Del sentimiento trágico de la vida, V I I , 132. 4. Tántalo, TV, 1209. 5. Del sentimiento trágico de la vida, V I I , 111. Asim ismo: Prólogo al libro 'Estética', de B. Croce, V I I I , 992; Salutación a los rífenos, V I, 854. 6. Del sentimiento trágico de la vida, V I I , 111. C f. Vida de D. Quijote y Sancho,

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