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UNAMUNO Y LAS PRUEBAS DE LA EX IS T EN C IA DE DIOS 131 eslabón más preciado que los otros eslabones del mundo creado, pero es al fin y al cabo un eslabón más en el desarrollo encadenado de la argumenta­ ción tomista de las vías. E l término de llegada del recorrido metafísico, Dios, refleja muy genéricamente, muy lejanamente, los rasgos propios de la per­ sona. Claro que cabe humanizarlo, personalizarlo, mediante una argumenta­ ción posterior, pero la primera impresión que nos produce el Ens summum es ciertamente la de Algo exterior y lejano a nosotros. Por lo demás, nada tiene de extraño que así sea si tenemos en cuenta que las vías tomistas tienen por objeto directo probar la existencia de Dios, y no tanto el carácter per­ sonal de este Dios. Como dice Sertillanges: « il n ’est pas nécessaire que cha­ qué preuve de Dieu prouve d ’un bloc tous ses attributs» 56. Sin embargo, son muchos los tomistas que conscientes de la orientación «objetivista» de las vías, han intentado trasladar la argumentación tomista al interior del hombre. Otro tanto han hecho muchos de los no tomistas. Pensemos en el propio Kant y en su prueba moral de la existencia de Dios. Y esta dirección antropológica es la que imprime Unamuno a su búsqueda de Dios. Es una dirección en consonancia con el grito « ¡aden tro !» lanzado en el célebre ensayo de 1900. Es el Dios de dentro del hombre el que Una­ muno busca. Es, bajo otro punto de vista, el Dios que según el protestan­ tismo de Schleiermacher, Harnack, Ritschl, Herrmann... se revela en la in ­ terioridad. Queremos hacer observar que la coincidencia de Unamuno con otros au­ tores en la orientación antropológica dada a las pruebas de la existencia de Dios no implica por ello concordancia epistemológica. Los autores tomistas, por ejemplo, creen que un enfoque humano conferido a las pruebas es per­ fectamente compatible con el tratamiento metafísico. Unamuno, por el con­ trario, no da entrada a la metafísica dentro de la nueva perspectiva, como tampoco se la daba en el estudio de la realidad exterior. En segundo lugar, existe otro punto positivo de la argumentación una- muniana en torno al tema de la existencia de Dios. Creemos que Unamuno, dentro del sistema epistemológico kantiano donde se desenvuelve, se com­ porta con lógica irreprochable. Nos complacemos en subrayar este aspecto porque Unamuno ha sido motejado de ilógico, de arbitrario, de contradic­ torio, cuando la verdad es precisamente lo contrario. Desde un punto de vista racional, Unamuno admira y hace suya por en­ tero la Crítica de la razón pura. Este total asentimiento no se repite ante la Crítica de la razón práctica. Comprende al hombre que lo había escrito, pero no por eso deja de censurarle las transgresiones cometidas contra la razón. Unamuno está del todo con Kant en afirmar la inanidad de la fuerza con- victiva de las pruebas clásicas. Se solidariza también con Kant cuando éste 56. A. D. S e r tilla n g e s , Les sources de la croyance en Dieu, Perrin, 8 .a ed., 1916, 117.

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